martes, 22 de noviembre de 2011

Poema al ángulo recto; Le Corbusier

Daniel R. Martí Capitanachi.

La poética de la ortogonalidad fue rasgo de la obra arquitectónica y urbanística de una época de la vida del gran maestro Carlos Eduardo Jeanneret-Gris, Le Corbusier. La cuadrícula, red de expansión ilimitable, permitía lo mismo trazos generadores de edificios civiles que de ciudades enteras.
Incluso, con base en la cuadrícula y su modulación, fue posible distinguir zonificaciones por actividades en la escala el edificio y de usos de suelo en el escenario urbano. La poética de la arquitectura y la ciudad encontraba su origen, su génesis, en el ángulo de 90 grados, el más sólido, estable y potente de todos los ángulos posibles.
Al tiempo, la lucha de los diseñadores fue justo lo opuesto: romper con la ortogonalidad, con lo cuadrado, con lo racional sinónimo de impuesto y, en su caso, acogerse más -otra vez-, a las formas de la naturaleza.
Abstracción y mímesis; racionalidad y naturaleza, parecen ser en la historia de la arquitectura y el urbanismo, la dualidad que implica la lucha de contrarios, la dialéctica de la generación de la forma.
Contemporaneamente, la morfogénesis a partir de algoritmos parece tratar de fusinar ambas corrientes: potentes instrumentos infórmaticos productos de uso de la razón, intentan recrear las formas naturales e inventar otras nuevas, en auxilio de una estética vanguardista que intenta, el retorno a lo primigenio, desde lo más sofisticado de la tecnología.

Los rasgos del urbanismo ortogonal han permanecido en la mayoria de las ciudades latinoamericanas de fundación española, cuando dicho nacimiento se hacía por decreto real y se atendía a las utopías de la época, alcanzables sólo en el Nuevo Mundo. Aparecieron también en el siglo XX, como el caso de Chandigarh, en India, donde la traza propuesta desconoce por completo los accidentes naturales del sitio para generar una ciudad enteramente reticular, donde la topografía, la hidrografía y la vegetación eran accidentes secundarios que se resuelvían interiormente en la manzana, acompañando la propuesta de composición arquitectónica, prioritaria en la composición espacial y en la concepción del asentamiento humano.

La Carta de Atenas, guía indicutible del urbanismo Moderno, en mucho se inspira en la poética de la ortogonalidad. La separación de actividades por uso de suelo alojados en cuadrantes distintos implica un análisis previo del ámbito urbano montado sobre una malla cuadrangular; dicha normativa es de reconocer que influyó y sigue influyendo sobre muchos ordenamientos jurídicos, y que en el caso explícito de México, cayó de beneplácito toda vez su alta congruencia con el modelo de ciudad presente en algunos de los más importantes centros urbanos nacionales.

La estetica de la ortogonalidad, muchas veces criticada, muchás más señalada como en desuso, hoy reaparece en uno de los proyecto quizá mas comentado de los últimos tiempos: Masdar, de Norman Foster y asociados, que retomando la idea del castrum romano y los ejes perpendiculares que señalan el origen, ubican en los Emiratos árabes un asentamiento con empatía a la naturaleza, que lejos de acomodar su traza al territorio, se organiza por la potencia de los 90 grados.

En arquitectura y urbanismo ciertos patrones vienen y van, pero es de mencionar que casi en el total de la historia -tanto oriental como occidental- y en casi todas las civilizaciones, la ortogonalidad ha sido rasgo común de la manera de entendiemiento del mundo y su traslado a la arquitectura y el urbanismo ha sido un hecho, casi espontáneo. El origen surgido de la intersección de dos rectas y la idea de mundo -planeta, universo-representado en forma circular, son patrones que se descubren y redescubren, usan y reusan, aún hasta nuestros días.
Así que, para reflexionar sobre nuestro tiempo, vale la pena buscar y releer el Poema al ángulo recto de Le Corbusier.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Desarrollo de nuestro hábitat.

Desde una perspectiva de participación ciudadana, conciencia civil y recuperación de valores humanos.

Betsabé Rafael Hernández.
Maestría en Arquitectura.
Facultad de Arquitectura Xalapa.
Universidad Veracruzana.

Introducción
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. “Eran pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores, que se desplazaban para poder proveerse de animales y vegetales con los que alimentarse, vestirse y cobijarse”. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. En muchas de las primeras ciudades se nota la intención de una planeación a través de la traza urbana y un cuidado en el diseño de los espacios de convivencia pública y las áreas verdes. Posteriormente, con la llegada de la producción en serie, consecuencia de la Revolución Industrial, los campos empezaron a ser abandonados y hubo una gran migración a las ciudades en busca de empleo y de mejores oportunidades de vida. Esta masiva invasión a los centros urbanos hizo necesaria la ocupación de gran cantidad de territorio para la construcción de nuevas viviendas, haciéndose notorio al mismo tiempo la falta de planeación y diseño del crecimiento urbano.

Ante las nuevas problemáticas de crecimiento poblacional, falta de vivienda, grandes cinturones de pobreza y marginalidad, la ocupación de suelos con altos niveles de riesgo, contaminación y daño ambiental a los ecosistemas, los gobiernos se dieron a la tarea de diseñar nuevas políticas públicas para darles solución. Sin embargo, tras años de buscar los mejores planteamientos de respuesta y la aplicación de nuevas políticas poco se ha logrado y los conflictos sociales y urbanos persisten. Se requiere agregar el interés por participar de la sociedad civil en la búsqueda y aplicación de propuestas que den solución. El lograr la concientización de los ciudadanos traerá como consecuencia la participación de los mismos en los planes del desarrollo social, económico, político, urbano y ambiental de nuestras ciudades. Para lograr esa concientización es fundamental rescatar y fortalecer los valores humanos en nuestras sociedades.

Se pretende abordar el tema del desarrollo del hábitat desde una perspectiva de participación ciudadana, conciencia cívica y recuperación de valores humanos, cuya pérdida se da como consecuencia del afán por el poder, la competencia y la ambición de poseer los mejores productos para lograr una mejor “calidad de vida”, mismo que se vio intensificado por el desarrollo industrial, la adopción del modelo capitalista y el pensamiento neoliberal. Se ubica el tema en un contexto histórico a nivel internacional y nacional. No se manifiesta una posición contraria ante el beneficio del desarrollo del conocimiento y la tecnología, ya que ella nos ha llevado a mejorar nuestras condiciones de vida en las comunicaciones, la educación, la salud, entre otros tópicos.

Desarrollo del Tema
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. De esta manera surgieron pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. Las primeras ciudades necesitaron tres condiciones para su creación: Territorio para la vivienda, la agricultura y la ganadería, una organización político-social y un sistema económico. Se podría imaginar que las primeras ciudades por ser pequeñas y de fácil organización espacial, social, político, y económico no contaba con los problemas que actualmente enfrentamos en nuestras urbes. Sin embargo, la historia de la humanidad se ha caracterizado por la constante lucha de poderes, el más fuerte ejerciendo dominio sobre el más débil. Se registran en la historia continuas guerras entre imperios, reinos que conquistan reinos para someterlos y recibir de los pueblos vencidos tributos, mano de obra gratis (esclavos) para la construcción de los símbolos de su poderío, sus mujeres para esclavas, sus mejores hombres para ser obligados a entrar en la guerra y morir por una causa ajena.

Los pueblos dominados son saqueados de sus productos agrícolas, forestales y minerales. La historia se repite vez tras vez en todas las edades de la historia universal, la humanidad ha recorrido un largo camino a través de las invasiones y las guerras. Sabemos de las guerras bárbaras, las cruzadas, las guerras de los grandes imperios como el persa, el babilónico, el griego o el romano, las dos grandes guerras mundiales, las guerras en oriente medio, entre muchas otras que se podrían mencionar. Los medios para dominar y mostrar la superioridad han ido desde espadas, lanzas, carros con caballos de guerra, elefantes, barcos, cañones, bombas atómicas, aviones, buques y tanques de guerra, terrorismo, químicos, hasta los inventos más sofisticados e inimaginables de nuestros días.

Actualmente las nuevas formas de búsqueda por ese dominio a nivel mundial son el Capitalismo iniciado en el S.XV, “un sistema político, social y económico en el que grandes empresas y personas de las clases sociales más altas controlan la propiedad, incluyendo los activos capitales (terrenos, fábricas, dinero, acciones de la bolsa, bonos) ” y el neoliberalismo de 1980 “forma moderna de liberalismo, que concede al Estado una intervención limitada en asuntos jurídicos y económicos” . En esta edad contemporánea, los países luchan entre sí por conseguir los mejores mercados y colocar en ellos sus productos, buscan obtener materias primas para producirlos tras los llamados tratados de libre comercio y establecen convenios con los países subdesarrollados para colocar sus empresas consiguiendo mano de obra barata tras el argumento de proporcionar a cambio, mejores oportunidades de trabajo para los pobladores.

El cambio de la edad moderna (S.XV-S.XVIII) a la edad contemporánea (S.XVIII) lo da el auge del desarrollo del conocimiento y la tecnología, especialmente en Europa, este desarrollo da origen a la Revolución Industrial. Paralelo al desarrollo de la tecnología surge un aumento potencialmente considerable en el desarrollo de armas destructivas. En este escenario se da la primera guerra mundial (1914), centrada principalmente en Europa, y la segunda guerra mundial (1939-1945).

Tras la devastación producida por la segunda guerra de los países europeos y Japón, surge Estados Unidos como nueva potencia capitalista, Ruy Mauro Marini en su escrito: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo, describe “La segunda guerra mundial correspondió a la culminación de un largo periodo de crisis de la economía capitalista internacional provocada por el dislocamiento de fuerzas entre las potencias imperialistas y el surgimiento de nuevas tendencias en lo que se refiere a la acumulación de capital, crisis que se manifestó primero a través de la intensificación de la lucha por mercados, que condujo a la primera guerra, y se continuó en la gran depresión de los años treinta. Su resultado más inmediato fue la afirmación de la hegemonía incontrastable de Estados Unidos en el mundo capitalista. Además de permitirle centralizar una enorme tajada del capital dinero internacional (en 1945, el 59% de las reservas mundiales en oro, cifra que alcanzaría el 72% en 1948), el conflicto bélico había impulsado en Norteamérica un febril desarrollo económico y tecnológico, al tiempo que le dotaba —gracias al armamento atómico— de una superioridad militar absoluta. La devastación sufrida por las economías capitalistas de Europa y Japón no hacía sino acentuar la posición ventajosa en que se encontraba Estados Unidos.”

Acumulación de capital, lucha de mercados, centralización del dinero internacional, febril desarrollo económico y tecnológico, dotación de armamento y superioridad militar, no son solo calificativos para Estados Unidos, sino que se convierten en el ejemplo a seguir por el resto de los países del mundo. Es importante recordar que capitalismo se vio reforzado por el neoliberalismo con el propósito de disminuir el dominio totalitario de los gobiernos y otorgarlo a los dueños de los grandes capitales o grandes empresarios. En una entrevista con David Harvey realizada por la revista Archipiélago, se describe que el capitalismo ya no es solo tema de empresarios y gobiernos liberales sino que ha pasado a ser parte de las reflexiones de los urbanistas.

David Harvey comenta: “El proyecto neoliberal que se consolidó a principios de la década de los 80 pretendía fundamentalmente restablecer el poder de las clases dominantes. Entre otras cosas, este nuevo modelo dio rienda suelta a las presiones competitivas y se volcó en la utilización del capital financiero como medio para asegurar la consecución de las tasas de beneficio más elevadas posibles, sin reparamientos en su procedencia. Pero, naturalmente, ninguna de estas medidas podría haber funcionado sin la construcción de un aparato estatal dócil… Esta transformación supuso el abandono del aparato de estado socialdemócrata, supuestamente interesado en el bienestar de todos sus ciudadanos –siempre, eso sí, que no amenazara las bases del capitalismo-, y su sustitución por un aparato estatal neoliberal cuya misión consiste en crear un buen clima para los negocios a cualquier precio.”

La imposición de este modelo neoliberal se extendió alrededor del mundo, llegándose a convertir “en una especie de norma universal”, en México fue recibido en 1982 con Miguel de la Madrid, y al igual que el resto de los países, una vez adoptado el modelo neoliberal en el gobierno federal lógicamente tuvo que filtrarse a los gobiernos locales. Harvey comenta: “Los gobiernos locales se han visto obligados en diverso grado a asumir iniciativas más propias de empresas privadas –en particular, por lo que toca a la creación de un entorno favorable para el capital privado a costa, si es necesario, de la población urbana-, un proceso que fomenta la competencia entre las regiones metropolitanas. El problema, como veremos, consiste en hallar las formas de responder a este desafío sin descuidar por ello el bienestar de todos los ciudadanos”.

Retomando las ideas planteadas por Harvey, es fácil para nosotros entender en el caso de México, el porqué siendo la responsabilidad de los gobiernos federales, estatales y/o municipales la realización y ejecución de los planes de ordenamiento territorial y desarrollo urbano, así como de establecer los instrumentos y apoyos necesarios a fin de que toda familia obtenga el derecho de una vivienda digna y decorosa (artículo 4° de la Constitución Política Mexicana), y la supervisión y seguimiento del correcto cumplimiento de estos planes, junto con sus leyes, reglamentos e instrumentos, ésta ha sido entregada al mercado, es decir, el diseño y la ejecución de la política urbana y de vivienda se ha entregado al sector privado. El modelo neoliberal ha llevado a los gobiernos a otorgar todas las facilidades para la implementación de sus negocios bajo la visión de que el capital privado es el que traerá el desarrollo a la sociedad.

También se ha visto al capital privado de las constructoras como la opción para aminorar el déficit de vivienda. “Por lo tanto, el sector privado ha obtenido un ‘cheque en blanco’ de las decisiones que han terminado orientándose en torno a sus intereses particulares, donde el mayor beneficiado ha terminado siendo el denominado sector de la construcción, que ha repuntado en sus grandes utilidades monetarias…” según palabras de Carlos Alberto Torres en su escrito Vivienda y hábitat en Colombia. En este contexto, la vivienda se ha convertido en un objeto de mercado y no un satisfactor de primera necesidad que incluya en su diseño todas aquellas características que le den al usuario una buena calidad de vida.

Continuando con el texto de entrevista con la revista Archipiélago, D. Harvey comenta que “hay que tener en cuenta que la lucha ideológica por reapropiarse del derecho a la ciudad que las élites han usurpado y por afianzar los movimientos populares podría ser un primer paso en la definición de una base política desde la que se puede orquestar un contraataque más amplio contra el proyecto neoliberal en general”. Si bien es cierto que por un lado se encuentra un gobierno facilitador de negocios para beneficio de las clases sociales más altas, por otro lado encontramos que diversos grupos ciudadanos se están levantando para reclamar justicia al mismo gobierno.

Recuerdo mucho una frase de mi maestro de historia de preparatoria, Gilberto Bermúdez Gorrochotegui: “Conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y a proyectar nuestro futuro”. Esta frase junto con los relatos amenos de nuestro profesor, motivaron al grupo a querer conocer la Historia de México. Saber la historia de nuestro país no solo nos lleva a adquirir un sentimiento de identidad y pertenencia con nuestra Nación, sino que también debe llevarnos a amar la misma tierra, la gran riqueza natural y cultural con la que contamos, y a sus habitantes, gente mexicana como nosotros mismos. Podemos remitirnos a la Era Prehispánica y encontrar la gran capacidad de los Mayas, Olmecas, Mixteco-Zapotecas, Toltecas y Aztecas para desarrollar sistemas matemáticos complejos, dominar la astrología, crear majestuosos centros urbanos y los admirables detalles en su arquitectura, su habilidad en la cerámica, la orfebrería, la gastronomía, las artes y la guerra. A pesar de la llegada de los españoles en 1519, muchos de los pueblos indígenas lograron conservar sus raíces, su hábitat, su lengua, sus tradiciones, su riqueza en el conocimiento de sí mismos y de su entorno.

A través de los años, los mexicanos como país hemos afrontado diversas adversidades, después del dominio y saqueo de los españoles y la influencia en el gobierno de la iglesia católica viene la Independencia de España en 1810, la invasión de EEUU en 1848, la invasión de Francia en 1861, la revolución mexicana en 1910, al mismo tiempo, se levantan hombres y mujeres con la determinación de hacer frente a los invasores y con los ideales de hacer de México una nación libre y más justa, resultados de sus luchas son las Leyes de Reformas promulgadas por Benito Juárez en 1859, el importante progreso dirigido por Porfirio Díaz durante su gobierno como presidente en la minería, la agricultura y la inversión extranjera, la firma de la primera Constitución el 1917 tras una búsqueda de cambio económico y político por Emiliano Zapata y Francisco I. Madero, la Reforma económica y agraria, la nacionalización de los ferrocarriles y la expropiación Petrolera con Lázaro Cárdenas en el periodo de 1934 a 1940.

En el siglo XX México se constituye como Nación, es un país joven que empieza a conocer los caminos de la política y a entrar en una la lucha por el poder de gobernar a la nación. Las diferencias en sus clases sociales ahora entre campesinos y los nuevos burgueses industriales. Se habla de asesinatos, golpes de estado, destierros, crisis económicas, manifestaciones sociales, el movimiento estudiantil de 1968, privatizaciones de empresas mexicanas y del tratado de libre comercio. Casi a finales de este siglo se introduce en el país un nuevo pensamiento, el neoliberal, pensamiento adoptado por Miguel de la Madrid quien toma la presidencia en 1982 y por sus sucesores Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, y con ello entran también los nuevos enemigos a enfrentar de los mexicanos, la devaluación del peso mexicano, una creciente falta de empleo y consecuentemente una masiva migración hacia Estados Unidos. Se pensó en el modelo neoliberal como una solución a los problemas sociales, sin embargo, las riquezas del país comenzaron a centrarse aún más en las clases sociales más altas.

Los gobiernos tenían a su disposición el otorgamiento del uso del suelo mexicano y comenzaron a dar facilidades al capital privado. Era indispensable atraer y conservar el capital nacional y extranjero a como diera lugar, y para mantenerlo en el país se les apoyó con infraestructura y subsidios. La industria de la construcción se vio beneficiada por estos apoyos, al grado de quedar en sus manos la planeación de las ciudades. Son estas constructoras las que por un lado construyen privilegiados y hermosos conjuntos residenciales y por otro lado construyen pequeñas viviendas amontonadas. Al quedar las ciudades sin una planeación urbanística se pierden los espacios públicos de convivencia, las áreas verdes, se dispersan las áreas de equipamiento urbano y llegan los problemas de vialidades y transporte, entre otros. En medio de todo este panorama histórico y de problemáticas, es importante no perder de vista que los mexicanos tenemos la posibilidad de recuperar y mejorar nuestras ciudades y buscar el camino hacia un buen desarrollo de la sociedad mexicana. Recordemos que los mexicanos heredamos un espíritu de lucha, un anhelo de libertad, un espíritu de conquista, una ingeniosa creatividad y gran capacidad para las artes y las ciencias, y en medio de lo que parece ser una sociedad que se desquebraja aún se conservan valores humanos como la unidad familiar, la honestidad, la solidaridad, la sencillez de trato, la gratitud, la generosidad, la amistad, el respeto, prudencia, optimismo, entre otros, valores susceptibles de ser rescatados y afirmados para conseguir gobiernos, sociedades y ciudades justas y con el desarrollo que admiramos de otras naciones.

Los problemas de pobreza, falta de empleo, desigualdad social, desequilibrio ecológico, mala o nula planeación urbana y ecológica, más que obedecer a un problema de falta de leyes y reglamentos o de aplicación de las mismas proviene de una falta de conciencia civil tanto de los gobernantes como de los ciudadanos, de la apatía e indiferencia de aquella parte de la sociedad que teniendo la capacidad intelectual, el conocimiento del derecho y de las leyes que nos gobiernan, han mostrado una falta de interés por el bien común de los conciudadanos y por el desarrollo de este país en todos sus ámbitos: político, económico, social y ambiental. México enfrenta muchos problemas de violencia y desintegración familiar, infidelidades conyugales, adicciones, impunidad, influyentismo, nepotismo, corrupción, mordida, fraudes, sindicalismo, explotación laboral, pero debemos recordar que también en distintos periodos de su historia ha dado muestras de solidaridad y capacidad en el trabajo en conjunto.

El gobierno mexicano, a través de sus diferentes secretarías y diversas instituciones han tomado acciones a través de sus diversos programas de desarrollo social para apoyar a las clases más pobres y desprotegidas, sin embargo se debe tomar en consideración en todos sus programas de desarrollo social, económico, de educación, de salud, el fortalecimiento de dichos programas a través de la participación ciudadana. Para lograr esa participación de la sociedad es necesario realizar una labor de concientización de la sociedad civil en relación a su realidad social, política, económica y ambiental y la urgente necesidad de su participación. En palabras de Beatriz Rodríguez Villafuerte en su libro: Guía para la participación ciudadana “La participación ciudadana no vendrá por decreto o reglamentación, tampoco por simple convocatoria, se tiene que construir a partir de una convicción ciudadana, de un interés por involucrarse, por colaborar, por responsabilizarse”. “La sociedad civil cuenta ahora con nuevas opciones para manifestarse, para organizarse, para dialogar y ser escuchada, para intervenir cada vez con mayor fuerza y determinación en todos los ámbitos de decisiones en la gestión pública y el quehacer social. Éstas deberían estimular a los ciudadanos a una mayor participación.”

Entre los millones de mexicanos hay gran potencial, es primordial buscar entre las nuevas generaciones la materia prima para construir un mejor país, y darles las herramientas y las oportunidades a fin de que consigan mejor educación, desarrollen un pensamiento analítico y crítico, y con ello tengan la capacidad de redirigir el rumbo de sus ciudades, estados o a la misma nación.

Conclusión
Durante las últimas tres décadas los países del mundo se han visto envueltos en una creciente competencia de mercado consecuencia de la implementación del modelo neoliberal en sus gobiernos. México no escapa de ese modelo y actualmente se encuentra dentro de una política que ha cedido sus responsabilidades a las empresas privadas, bajo el pensamiento de que el capital privado será el que dé el desarrollo de la sociedad mexicana.
Es indispensable retomar temas como recuperación de espacios públicos, áreas verdes, planeación urbana, vivienda y conjuntos habitacionales a fin de conseguir una mejor calidad de vida como habitantes de nuestras ciudades.

El desarrollo territorial y urbano, la producción y venta de vivienda, han pasado bajo la responsabilidad del sector privado de la construcción, quienes en su afán de obtener mejores ganancias han dejado de ver a la vivienda como un satisfactor y lo han convertido en objeto de mercado. Al verlo como objeto de mercado se han dejado a un lado las características de diseño que hacen de la vivienda un espacio digno y decoroso. El hábitat humano es comprendido no solo por la vivienda, sino por todo el contexto urbano, ambiental, económico, político y social. Es indispensable mejorar las políticas públicas a fin de tener un buen desarrollo como sociedad, para lo cual se hace imprescindible la participación de toda la sociedad civil.

Se requiere una labor de concientización civil para lograr que la sociedad se involucre en la toma de decisiones públicas en armonía con los gobiernos. A la par, es importante la recuperación de valores humanos a fin de que las decisiones no se den en beneficio personal o de pequeños grupos, sino que logren trascender a futuras generaciones. Tenemos la oportunidad de formar parte de una institución educativa de gran prestigio a nivel nacional, y que se perfila rápidamente a niveles internacionales. El enfoque actual de la Universidad Veracruzana es dirigido a la labor en pro de la sociedad. Como universitarios tenemos la oportunidad de apoyar en la concientización de la sociedad civil a través de nuestro quehacer como arquitectos. Es importante empezar a desarrollar proyectos con un enfoque analítico y crítico que se encaminen a lograr importantes cambios en nuestra sociedad. Hay mucho por hacer, mejorar la educación, cuidar el medio ambiente, incrementar el bienestar social, apoyar a nuestros gobernantes con herramientas de investigación que les ayuden en la toma de decisiones, etc. De manera personal los tres ingredientes que se me hacen importantes en cada proyecto son: participación ciudadana, conciencia social y valores humanos.

Fuentes consultadas.
Campillo, Antonio. Variaciones de la vida humana: una teoría de la historia. http://books.google.com.mx/books?id=c0voluApLGgC&pg=PA157&lpg=PA157&dq=primeras+sociedades+humanas
(http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/capitalismo.html).
(http://www.wordreference.com/definicion).
Hudson, M., Superimperialismo. La estrategia económica del imperialismo norteamericano. Ed. Dopesa, Barcelona, 1973, p. 88.