sábado, 13 de diciembre de 2008

Experiencias de Planeación en la Sierra de Zongolica


Roberto de J. Olavarrieta Marenco

Profesor de la Facultad de Arquitectura en Córdoba, Ver.

APROXIMACIONES URBANAS
Mesa: Aproximaciones de Planeación
Xalapa, Ver. 27 de noviembre de 2008


Índice:
1.- Experiencia en Mixtla de Altamirano y en Atlanca, Municipio de Los Reyes, Ver. … 30 años después.
2.- Metodología urbana de SEDESOL para comunidades rurales indígenas.
3.- Fracaso de la planeación.
4.- Lo complejo, la transdiciplina… el futuro (revaloración cultural; arte, artesanías, gastronomía y medicina tradicional).
5.- Reflexiones finales.

1.- Hace un poco más de un año asistimos un grupo de estudiantes de los últimos semestres de la carrera de Arquitectura y un servidor, profesor responsable del grupo, a entregar el Plan de ordenamiento Territorial de Mixtla de Altamirano, en la sierra de Zongólica.

Ante el Cabildo presidido por el alcalde, se exhibió una gran maqueta (1.22x2.44) de de la comunidad y un libro con el diagnóstico, las estrategias y planos, todo elaborado por los jóvenes estudiantes, dentro de un convenio entre SEDESOL y la propia Universidad Veracruzana, con la metodología de planeación estratégica.

En mi papel de coordinador y facilitador de la tarea tuve la oportunidad de comparar la situación actual con la que había yo atestiguado hacía ya más de 30 años. Recordé lo que había sucedido aquel agosto de 1973, cuando un fuerte sismo sacudió la región central de Veracruz y Puebla, alrededor del Pico de Orizaba (un recuerdo de que estamos en un sistema de fallas geológicas que neciamente nos empeñamos en ignorar).

Pues bien, fuimos llamados a atender una zona que, pasados varios meses del sismo, ninguna dependencia oficial estaba trabajando en su reconstrucción, como sí sucedía en las zonas urbanas afectadas. Era yo un estudiante de arquitectura en Xalapa y con el entusiasmo juvenil acudí, junto a un grupo de compañeros, al llamado y nos fuimos a la Sierra de Zongolica, en un programa especial.

Tanto dentro del Facultad, como en la Secretaría de Recursos Hidráulicos (hoy desaparecida) en la que se regían unos de los primeros intentos de planificación física de nuestro país, las Comisiones de las cuencas de los ríos principales del país (a semejanza de la entonces exitosa Autoridad del Río Mississipi en EE.UU.), en este caso la Comisión del Papaloapan, en cuya cuenca alta, se había registrado el sismo. Atestiguamos entonces la alta marginación en que vivían y que, ya entonces, la población se mostraba escéptica y resistente a las promesas de ayuda, debido a una larga historia de engaños y promesas incumplidas.

2.- Más de treinta años después, como ya dije, cuando iniciamos los trabajos para el ordenamiento territorial de las comunidades de la sierra, advertimos que la metodología de SEDESOL era para áreas urbanas, a pesar de tratarse comunidades rurales indígenas; el grupo hizo esfuerzos y logró adecuar en los hechos las deficiencias de la metodología. La planeación estratégica era la propuesta y el diagnóstico y los talleres FODA se adaptaron a las costumbres y lenguaje de la comunidad. El esfuerzo valió la pena, entre otras cosas, por la oportunidad que tuvieron los estudiantes de enfrentar la impactante realidad de los olvidados pueblos indígenas, que como dijera en un poema nuestro compañero Luis Manuel Villegas (nuestro líder en ese entonces) tercamente se empeñan en sobrevivir y aprender con humildad de ellos más que pretender enseñarles a vivir y progresar, como tantos antes han pretendido hacer… pero de lejitos.

3.- La planeación parece agotada… y la naturaleza, también
Primero, aparecieron la planeación física y la económica (ambas se peleaban la preeminencia de la una sobre la otra).

Mientras, se advirtió que los planes no siempre (o casi nunca) eran aceptados por las poblaciones –supuestas beneficiarias- a quienes iban dirigidos y se inventó la planeación participativa.

Además, la realidad se aceleraba y la planeación no parecía poder adelantársele, entonces se inventó la planeación estratégica.

En la actualidad, ante la derrota de la planeación y la profunda escasez de recursos, nace la gestión.

En este lapso, de tan sólo 39 años, en México pero también en todo el planeta, empiezan a aparecer indicios de degradación ambiental, que llegan actualmente a situaciones insostenibles, tales como el calentamiento global y nace la noción del desarrollo sostenible, es decir; se advierte que el desarrollo sólo puede darse si no comprometemos el futuro de nuestros hijos. Se debe cuidar al planeta ya o pronto desapareceremos –los homo sapiens- como especie.

Algunas evidencias del fracaso de la planeación en México serían, en lo urbano: La especulación del suelo, el transporte público y, La insuficiencia y disminución de las áreas verdes urbanas; en lo rural: La persistencia y agravamiento de la marginación de los pueblos indígenas

4.- Actualmente podemos escuchar y leer una buena cantidad de advertencias sobre el fracaso de nuestra cultura (la occidental, se precisa, contra la oriental); no sólo ha sido en lo económico, al producir una sociedad profundamente injusta y inequitativa sino que además ha depredado la naturaleza y el cambio climático aparece como una aterradora realidad; ¿aterradora realmente? ¿Adónde vemos los aterrados y qué están haciendo?

Ante la complejidad de la realidad y los evidentes problemas y fracasos de nuestros modelos y sistemas, ante la preeminencia del tener cosas materiales en exceso, mientras otros no tienen lo necesario y ante la impresión del abandono de la espiritualidad en las personas, no es necesario abandonar todo y volverse religiosos ni ponerse una sábana marrón y naranja, hay mucho que rescatar y promover; el arte y la propia ciencia nos ofrecen respuestas a esta falta de valores que se advierte ante los fracasos de la tecnología y el modelo económico neoliberal –no de la ciencia ni de la economía-.

Sí se deben proponer y hacer cambios en nuestro modelo de desarrollo, en nuestro sistema social y legal pero a condición de, primero, hacer que este sistema sea cabalmente echado a andar, sin simulaciones, con el cumplimiento de la ley y haciendo que la seguridad y justicia funcionen eficazmente. Cambiemos los paradigmas de la educación pero a condición, también, de hacerlo paralelamente al esfuerzo de hacer que el sistema educativo funcione con eficacia y, también, sin simulaciones. En el caso de la ciencia es importante no abandonar sus propias reglas de no ser reduccionista, por ejemplo y de respetar su rigor. La transdisciplina, basada en las propuestas de Maturana, Morin y Ander-Egg, bien podría ofrecer nuevas formas de abordar la compleja realidad con un estilo de vida científico.

En los países, cuya economía crece por encima de su población, es probable que se tengan recursos para planear; no es el caso de México.

Algunos factores que explican el fracaso de la planeación en México:
Simulación: “Obedézcase pero no se cumpla” tradición heredada de España y la Nueva España.
Excesivas leyes y…
Falta de voluntad política:
Corrupción (hijastra de las dos anteriores):
Falta de recursos económicos:
Falta de capacitación de los responsables en los municipios:
Excesivas leyes y…
¿Las leyes del mercado, en un sistema neoliberal, léase capitalismo desbocado, permiten la planeación en un país subdesarrollado económicamente y subeducado?
¿Qué posibilidades tienen los gobiernos locales de comunidades marginadas (e indígenas por añadidura) con presupuestos escasos de planear?
¿Les ha beneficiado hacer sus planes de desarrollo municipal?
Lo de los FODAS parece ser útil, con la condición que sea un ejercicio libre y apropiado por los participantes.
¿Ha ayudado el programa Oportunidades (con sus antecedentes y continuaciones)?
No; ha perjudicado, la actual crisis alimentaria es una de sus consecuencias.
Siguen siendo programas impuestos desde el centro, que tiende a anular las voluntades de actuación local y vuelve pedigüeños y clientes políticos a los actores locales.

5.- Reflexiones finales
La complejidad de la problemática urbana y la marginación del campo, señaladamente de los pueblos indígenas; el acelerado y desordenado proceso de urbanización y la escasez de recursos –en una economía que lleva casi 10 años sin crecer, al tiempo que la población no deja de hacerlo- plantea retos enormes ya no para la planeación, sino para la gestión o administración del territorio.
¿Ha fracasado la planeación?
¿Es la gestión de los bienes escasos la única alternativa posible para los pobres?
¿Es posible una planeación compleja en la compleja realidad?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Construyendo un Diálogo a través de la Planeación Participativa

Dra. Beatriz Eugenia Rodríguez Villafuerte


“No juntamos nuestras ideas sino nuestros propósitos.
Y nos pusimos de acuerdo entonces decidimos”

Popol Vuh, libro sagrado de los Mayas

Introducción.
La necesidad de un diálogo permanente entre las ciencias, en particular las Ciencias Sociales y la Arquitectura, se vuelve más evidente cuando enfrentamos la definición de herramientas metodológicas para abordar y determinar las formas de intervención en los espacios urbanos.

Ello nos lleva también a la reflexión interdisciplinar acerca del entorno construido, analizando algunas características de esa actividad que crea los espacios para las distintas actividades de la vida individual y social, los espacios para habitar, trabajar, educar, recrear, curar, es decir, para la vivienda, el trabajo, la educación, la recreación, el ocio, la salud.

La compleja interacción de los individuos con su entorno construido ha sido objeto de múltiples análisis, buscando entender la forma en la que los grupos humanos han creado, recreado y se han vinculado con su entono. Ya Amos Rapoport (1976) nos definía el entorno construido como sinónimo del concepto de paisaje cultural desarrollado por los geógrafos, esto es, como aquella intervención hecha por el hombre a su entorno.

Después de varios años de poner en práctica diversos enfoques de metodologías participativas, compartimos ahora en este texto, algunas consideraciones y preocupaciones en torno a lo que hemos aprendido, pero también a los tropiezos que hemos enfrentado por la complejidad de necesidades, intereses, aspiraciones y criterios involucrados en el espacio urbano.

La ciudad, como reflejo de la organización social, política y económica de una sociedad es a la vez crisol de sus valores, de las fuerzas en lucha, las tensiones, los anhelos y, en particular, de la imagen de sociedad que tienen los diferentes grupos, por lo cual la ciudad “no es lo natural o lo dado, sino la obra de la intervención humana” y por ende puede ser transformada, diseñada y construida para ser habitada, no simplemente ocupada.

De la misma manera, “la importancia de la vecindad comienza con la importancia de la ciudadanía. Ser un ciudadano es participar en los asuntos cívicos. “Participar” es el concepto clave. Vivir en un sitio y no participar de los asuntos civiles es ser meramente residente, no ciudadano”.

Para quienes a partir una formación como la Sociología urbana interactuamos con disciplinas como la Arquitectura, nos queda claro que debemos redoblar esfuerzos para definir ese lenguaje común que nos lleve a iniciar el diálogo, a definir métodos, pero sobre todo a aplicarlos y buscar colectivamente resultados para lograr relaciones más horizontales y eficientes, más sensibles a las necesidades de la ciudadanía.

El diálogo es un elemento fundamental en toda acción orientada a la transformación humana, el reconocimiento de los otros, de sus intereses y sus necesidades puede convivir con la idea de que en tal diversidad, y no en su desconocimiento o imposición, reside la construcción de ciudadanía y comunidad.

Entonces los diálogos por construir están por un lado, en la esfera del conocimiento científico, de los investigadores y hacedores de teorías y conceptos, para desarrollar procesos inter y transdisciplinarios; pero por otro lado, destaca la necesidad de construcción de un diálogo entre los ciudadanos, entre los usuarios de esos espacios y entre éstos y los encargados de gobernar y tomar decisiones. Y finalmente entre todos ellos, de manera que las lecturas de la ciudad, de sus espacios, de sus habitantes y sus necesidades tengan un sustrato común que les permita comunicarse.

Entendidos así, los diálogos son procesos anclados en experiencias históricas y definidos por las dinámicas locales, por lo que los mecanismos que conducirán a la ampliación de la participación social, deben ser vistos como instrumentos complementarios orientados a mejorar la eficiencia de la gestión pública y atender las expectativas ciudadanas. En este sentido resulta imprescindible construir vasos comunicantes, canales de intercambio y negociación, ámbitos deliberativos, espacios de discusión pública para expresar las diversas opiniones y eventualmente incluirlas dentro de la negociación que conduce a la definición de preferencias, a la discusión de proyectos de desarrollo específicos y a la toma de decisiones consensuada.

La planeación participativa.
“Yo participo, tú participas, él participa, nosotros participamos, vosotros participáis, ellos deciden”
(Inscripción en una pared. Berkeley, Universidad de California)

La lectura de los diferentes espacios que conforman la ciudad, inicia con la construcción de un lenguaje común entre los hacedores de ciudad, es decir entre los habitantes, los planificadores, los académicos y las autoridades. Para ello resulta fundamental definir los elementos para un diálogo que permita tomar decisiones conjuntas, colectivas, en torno a los barrios y los vecindarios en nuestras ciudades.

En este contexto es indispensable comprender por un lado, los procesos de producción del espacio construido, reconociendo la complejidad del fenómeno urbano, y por otro, proponer métodos y técnicas que permitan la intervención de todos los actores involucrados.

Partimos del principio que la participación es y debe ser una forma democrática y socialmente equitativa para la toma de decisiones; al tiempo que el diseño participativo se convierte en una herramienta técnica que favorece la incorporación de los hacedores de ciudad en los procesos de producción social del hábitat.
Si consideramos la participación como la capacidad y poder para intervenir en los mecanismos y en las etapas de decisión colectiva, en este sentido, la ciudad se convierte en un espacio privilegiado de organización e iniciativa social, que otorga base espacial o territorial a la sociedad civil; concibiendo al territorio como referencia fundamental para la creación de una identidad común. En otras palabras, la participación es un mecanismo clave para desarrollar la idea de identidad en un territorio común y compartido. La participación así entendida, ubicada en el espacio local , se vuelve requisito esencial y fundamento de los procesos de planeación participativa.

Las ciudades, sus espacios y territorios están conformados por una gran heterogeneidad de actores sociales, con formatos institucionales diversos (sindicatos, asociaciones, redes, coaliciones, mesas, foros) y una gran pluralidad de prácticas y proyectos políticos. De ahí que resulta una tarea central establecer claramente el tipo de actores con los que trabajamos, los espacios públicos en que se mueven y los proyectos que defienden.

Esta noción de heterogeneidad es el principio que debemos reconocer para iniciar un diálogo y para construir redes de comunicación de cara a una planeación participativa. Identificar no sólo a los diversos actores sociales- con variados intereses y agendas-, sino también sus formas de acción colectiva, la construcción de identidades y los proyectos políticos que detentan.

En la pluralidad de esas concepciones y proyectos debemos encontrar las bases, los elementos constitutivos de nuevos espacios, de nuevos escenarios para iniciar el diálogo y construir conjuntamente nuevas prácticas cívicas, solidarias, participativas.

Para la planeación urbana participativa, es fundamental identificar al interior de las organizaciones sociales, las diferentes culturas o tradiciones que las sustentan, de forma que al conocer los principios participativos, clientelares, corporativos o autoritarios que se encuentran detrás de los grupos con los que dialogamos, estaremos en mejores posibilidades para advertir las tensiones y contradicciones, sus pesos específicos, sus causas y sus consecuencias; de tal suerte que logremos proponer nuevas prácticas cívicas, solidarias, participativas, apoyadas en proyectos, en liderazgos y en capacidades organizativas de los propios ciudadanos.

Las metodologías

“(...) it is possible to give people a sense of pride and reinforce their identity with their local community; to develop neighborhoods and small towns that enrich people’s living by being responsive to their needs and aspirations .Participation is crucial to the redirection of architecture and the city it creates. Social architecture is viewed as an instrument for transforming both the environment and the people who live in it”
Henry Sanoff

Básicamente han sido tres los marcos conceptuales de los que surgieron los principios metodológicos que han guiado nuestras investigaciones académicas en los años recientes. Todos ellos, en su momento, nos facilitaron la aplicación de técnicas y ejercicios empíricos en el trabajo de campo que dieron sugerentes resultados y cuyas contribuciones han enriquecido el trabajo comunitario y ciudadano en torno a la planeación participativa.

Estas experiencias nos permiten ahora recapitular sus principales aportaciones e identificar los elementos comunes que han dado sustento a nuestras investigaciones. Para fines de este ensayo sólo enunciaré de manera resumida las ideas principales que orientan a cada una de estas líneas de investigación.

1.Métodos de Participación Comunitaria en el Diseño y Planeación, desarrollada por el Profr. Henry Sanoff y la influencia de la Environmental Design Research Association (EDRA).

El diseño comunitario, afirma Henry Sanoff , es un término amplio que también involucra la planeación comunitaria, la arquitectura comunitaria, la arquitectura social, el desarrollo comunitario y la participación comunitaria. De hecho, el diseño comunitario, como movimiento, emerge de un creciente reconocimiento y aceptación de que la inadecuada gestión del medio físico-natural, es un factor que contribuye al malestar social y económico que padece el planeta, pero al mismo tiempo, un reconocimiento de que existen otros caminos para el diseño y la planeación. La arquitectura convencional y los enfoques de planificación que de ella derivan, basados en la concepción paternalista del manejo y gestión del espacio por parte solamente de “los expertos”, empezaron a ser cuestionados.

En las últimas dos décadas, han surgido proyectos de desarrollo con un enfoque diferente, y han demostrado que es posible crear espacios que generen en un sentimiento de orgullo y refuercen la identidad local, es posible proyectar vecindarios y barrios que enriquezcan la vida de los individuos haciéndolos responsables de sus necesidades y aspiraciones.

Lograr que los individuos se involucren en de una manera más activa en dar forma y gestionar sus entornos, es lo que el movimiento del diseño comunitario ha explorado en los últimos años. Empezando con acciones que lleven a los diseñadores y planificadores a trabajar con, en lugar de contra las comunidades y los grupos sociales, lo que ha fomentado la incorporación de un nuevo tipo de profesionistas en una variedad de asociaciones que involucran al sector público con desarrolladores y vinculan a éstos con las instituciones financieras, trabajando muy de cerca con los grupos de la sociedad civil.

Ya desde 1984, Hatch describía el surgimiento de un movimiento internacional basado en la convicción de que la participación es crucial en la redefinición de la arquitectura y de las ciudades que crea. La arquitectura social es concebida como un instrumento para transformar tanto al ambiente como a las personas que en él habitan.

De esa manera el diseño comunitario, o la arquitectura social se convierten en una actitud y una fuerza para el cambio en la creación y gestión de ambientes, de entornos construidos en donde las personas son lo más importante. Su fuerza descansa en ser un movimiento que atraviesa las tradicionales fronteras profesionales. Parte del principio que el entorno construido, el ambiente y los diferentes espacios, funcionan mejor si los individuos afectados por sus cambios están involucrados en lugar de ser tratados como consumidores pasivos.

Sin embargo, la participación comunitaria no es una panacea ni la única solución para el cambio social, debe ser analizada, estudiada, a través de la teoría y la práctica para convertirse en un aspecto integral de la democracia. Para Sanoff, la participación significa la colaboración de personas en la consecución de objetivos que ellos mismos han definido. El diseño participativo, los procesos y las técnicas que propone, se basan en el principio de involucrar a los actores locales en el desarrollo social, la participación implica el trabajo colectivo de varias personas tanto en la determinación de los objetivos como en la definición de los caminos para llegar a ellos.

En este sentido, la participación implica el encuentro de, al menos, dos conocimientos, dos formas de aprehensión de la realidad: por un lado, el técnico que aporta información especializada desde el campo constructivo, espacial, jurídico, normativo y económico; por otro, el ciudadano, el vecino, el usuario, que aporta información en torno a sus necesidades, expectativas y posibilidades.

Los principios de esta metodología pueden resumirse de la siguiente manera:

a)No existe “la mejor solución” para un problema de diseño. Cada problema ofrece diferentes soluciones, basadas generalmente en dos tipos de criterios: los Hechos (datos empíricos) y las Actitudes (interpretación de los hechos, percepciones).

b)Las decisiones de “los expertos” no son necesariamente mejores que las decisiones de los usuarios. El diseñador o planificador involucrado en este enfoque, debe ser considerado como un participante más, que emitirá sus opiniones –no sus decisiones- de la misma forma que lo harán los usuarios.

c)Las diferentes alternativas o soluciones consideradas por los planificadores o investigadores, deben ser puestas en la mesa de discusión.

d)Todos los individuos y grupos de interés deben reunirse en un foro abierto, de forma que todos los involucrados en la decisión puedan expresar abiertamente sus opiniones, asuman compromisos conjuntos, y arriben a decisiones aceptadas colectivamente.

e)Debe ser un proceso continuo y en constante transformación. Partiendo de que el producto no marca el final del proceso, debe ser gestionado, evaluado y adaptado a las necesidades de cambio.



2.El Desarrollo Económico Local (DEL) y la metodología impulsada por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU – Hábitat), que comparte algunas estrategias y enfoques con las metodologías propuestas desde el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

Como señala Alberto Enríquez : “Si bien no somos los más pobres, somos el continente con mayor brecha entre ricos y pobres, el continente líder en desigualdades sociales y desequilibrios territoriales, y con increíbles inequidades de género, edad y etnia”. Esta situación da sentido a la rediscusión de los modelos de desarrollo, a la planificación del desarrollo económico local – DEL- y la descentralización como alternativas para la región.

La planificación para el desarrollo económico local (DEL) como instrumento democrático del desarrollo sustentable no surge por casualidad en América Latina, sino como resultado de la problemática actual y como una ruta diferente y alternativa de desarrollo nacional y regional. Su gran potencialidad radica en que representan una estrategia e instrumento diferente para el desarrollo.

El desarrollo económico local puede definirse como un proceso de acumulación de capacidades para mejorar, de manera colectiva, continuada y sostenible, el bienestar económico de la comunidad, con generación de empleos y mejoras de la calidad de vida de los habitantes de un espacio territorial concreto.

El desarrollo “local” debe contribuir a la afirmación de una identidad, de elementos distintos, de una reputación propia, de características singulares que diferencien lo local dentro del universo de la globalización y que encuentran las ventajas comparativas de lo local. La formación de agentes multiplicadores en las diferentes municipalidades debe tener como eje central, la descubierta, el reconocimiento y la valorización de los activos locales, esto significa, de las potencialidades, vocaciones, oportunidades, ventajas comparativas y competitivas de cada territorio para el desarrollo económico local.

Los diversos abordajes teóricos y metodológicos en torno a desarrollo económico local tienen un común denominador: la búsqueda de un cambio positivo que sea socialmente justo, que fortalezca los sistemas de producción y distribución democráticos orientados al mercado, que trate de manera inteligente al medio ambiente y que sea políticamente responsable.

La planificación estratégica otorga un marco general para la acción: es una manera de determinar prioridades, hacer elecciones sensatas y asignar los recursos escasos con el fin de lograr objetivos que han sido acordados. Reconocer los beneficios y desafíos de la planificación estratégica para el desarrollo económico local ayuda a comprender mejor esta herramienta y su posibilidad de llegar a estrategias de entendimientos compartidos con los diferentes actores sobre las prioridades, y la dirección de temas económicos locales.

Adicionalmente, la planificación estratégica para el desarrollo económico local puede ser un instrumento eficaz para evidenciar el complejo proceso de conflicto de intereses y/o concertación entre los sujetos – sectores y fuerzas – que interactúan dentro de los limites de un territorio determinado con el propósito de impulsar un proyecto común que combine la generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sustentabilidad ecológica, enfoque de género, calidad y equilibrio espacial y territorial con el fin de elevar la calidad de vida y el bienestar de cada familia y ciudadano que vive en ese territorio o localidad.

En cuanto al BID y al Banco Mundial, tuvimos la oportunidad de participar en la Consulta Pública convocada por el Banco Mundial en la ciudad de México en noviembre del 2007, de esa experiencia derivaron dos acciones muy concretas que permitieron incorporar dicha metodología al proyecto PROMEP y trabajar en una primera etapa en la definición del barrio histórico en el que se desarrollaría la experiencia de planeación participativa.

3.Las experiencias recientes de planeación participativa en la región Córdoba-Orizaba a través de la Agencia de Desarrollo Hábitat y el Proyecto SIGOLFO-CONACYT, cuyo producto fue la elaboración de la Guía para la Participación Ciudadana; así como el trabajo que desde la perspectiva de la Ciencia Política analizó la gestión urbana municipal y la participación ciudadana en Veracruz de 1994 a 2004.

El objetivo central de estas acciones fue identificar conjuntamente con los Ayuntamientos, el Consejo Consultivo para el Desarrollo Urbano (CCDU), los integrantes de la Agencia Hábitat, los investigadores y los ciudadanos representantes de los diversos sectores sociales, los mecanismos para promover una participación ciudadana consciente e informada, con una cultura política diferente para la gestión local. Al mismo tiempo, señalar los obstáculos que impiden en dichos municipios una gestión urbana participativa, en donde la ciudadanía se involucre en la toma de decisiones en los espacios locales.

Establecía que era preciso recuperar los espacios locales, los ayuntamientos y su territorio, como el marco en el que deben ser tomadas las decisiones y desde donde la planeación con participación ciudadana debe empezar. Porque es a través de la gestión urbana que se establece el vínculo entre las decisiones políticas y la habitabilidad de las ciudades. Debe por tanto rescatarse la importancia de los ciudadanos y su participación en la construcción de nuevos espacios de relación entre gobernantes y gobernados.

Se basó en una investigación documental, participativa, por medio de entrevistas a profundidad con algunos agentes clave tanto del gobierno como de la sociedad civil y fue el resultado de las valiosas aportaciones de los presidentes municipales, síndicos, regidores, funcionarios municipales, académicos y ciudadanos, quienes a lo largo de diez años participaron en talleres, cursos, grupos focales, en un principio para discutir sus preocupaciones y más adelante para proponer ideas muy concretas, que pudieran contribuir a resolver las dificultades para lograr una mayor participación ciudadana en la gestión local.

4.A partir de los elementos que aportaron y después de una evaluación de los alcances
y resultados obtenidos con la aplicación de estos enfoques en diferentes etapas de nuestro trabajo de investigación, se definió una metodología que integra las principales contribuciones y aciertos de estas propuestas, e intenta evitar los errores que obstaculizaron en otras ocasiones la buena marcha de los proyectos.
Procuramos no caer en un eclecticismo, que solo incorporara de manera poco cuidadosa los aspectos metodológicos revisados y probados en distintas situaciones y momentos. Por el contrario, buscamos rescatar de cada una, las aportaciones que nos han dado resultados positivos en otras circunstancias, conservando aquellas que nos permitieron establecer realmente un diálogo con los ciudadanos y actores involucrados, las que han provocado consensos, las que han permitido una amplia convocatoria y participación de los diversos, muy diversos sectores público, privado y social. Pero también aprendimos de los errores, de aquellas experiencias que no produjeron consenso, antes al contrario provocaron confusión y lecturas poco claras de los objetivos de las propuestas hechas a los ciudadanos.

Buscamos en esta nueva fase de recapitulación metodológica, definir una ruta crítica que contribuya conceptualmente a enriquecer el trabajo con los ciudadanos y a fomentar el diálogo tan necesario y escaso entre la academia y la sociedad civil. Más allá de convocatorias verticales, oficiales, o de compromiso, reconocemos que se requiere enfrentar con responsabilidad el reto de asumir un compromiso cotidiano con los vecinos, con las autoridades, con los funcionarios, con los universitarios, identificar actores e instituciones, y con ellos iniciar las lecturas de sus espacios, de sus barrios, para llegar en un futuro no lejano a definir pautas diferentes para la transformación del territorio.

De esta forma, los resultados de varias experiencias previas de planeación participativa nos brindaron los elementos que ahora nos permitieron proponer conjuntamente con los ciudadanos, un proyecto participativo de mejoramiento urbano, a través de la regeneración de un barrio histórico de la ciudad de Córdoba, Veracruz.

Este proyecto lo estamos desarrollando con el apoyo financiero de PROMEP (Programa de Mejoramiento del Profesorado) y busca:

•Conocer el grado y nivel de participación (interés y compromiso) de los ACTORES LOCALES (en esta ocasión los vecinos) del Barrio, en mejorar, reactivar y/o rehabilitar la zona.
•SENSIBILIZAR y hacer conciencia entre la población de la importancia de su participación y cómo con acciones sencillas pueden empezar a modificar la IMAGEN URBANA del Barrio.
•Motivarlos para trabajar juntos a favor de “su espacio” aún a pesar de las diferencias socioeconómicas, ideológicas y culturales.
•Identificar a través de las actividades de los Talleres, los elementos que conforman la IDENTIDAD de los vecinos del Barrio.
•Elaborar conjuntamente un DIAGNÓSTICO COLECTIVO preliminar en el que la población aporte sus PROPUESTAS, a partir del DIÁLOGO que sostendremos con ellos a través de los talleres.

Reflexiones finales

“Las decisiones resultan de una adaptación negociada de intereses, de acuerdo con normas transparentes definidas en el espacio público... Los proyectos no reflejan la supuesta omnisciencia de tecnócratas esclarecidos, sino que representan la depuración de intereses legítimos, un concierto de voluntades, entre ellas la del propio gobierno”.
Fernando Henrique Cardoso,
Discurso pronunciado en la CEPAL en agosto de 2003

Dentro de una visión crítica de las ciencias sociales, toda investigación debe orientarse hacia la búsqueda de un conocimiento que constituya una guía para la acción transformadora de la sociedad, además de que el conocimiento humano nace de la interacción con el mundo y “no existe ninguna epistemología que no se haya constituido desde la acción y se vierta en una nueva acción” (Palazón, 1993).
En este sentido y siguiendo a Schteingart (2007), existen distintos intereses, objetivos y dinámicas de trabajo en el sector académico y en el sector gubernamental, que frecuentemente hacen difícil su vinculación, aunque también ella depende de la orientación política del gobierno, su nivel de acción (federal, nacional o local), la capacitación de los funcionarios y, sin duda, el interés real de la administración por los estudios que orientan acciones. Sin embargo, debemos reconocer que es indispensable una vinculación más funcional entre el sector académico, las comunidades, el sector público y privado, tratando de superar esa aparente contradicción entre un saber académico y un saber popular, considerado generalmente poco científico.

Los investigadores pueden tener diferentes tipos de relación con la acción pública (como generadores de conocimientos e ideas, interviniendo en el proceso de toma de decisiones o como consultores o asesores), sin embargo aún cuando sus trabajos no hayan sido realizados directamente para orientar acciones, pueden tener una influencia importante sobre las mismas, al generar un conocimiento válido y certero acerca de la realidad. “Durante muchos años los investigadores comprometidos con una orientación crítica de los estudios urbanos estuvimos convencidos que comprender las causas de los problemas urbanos que se pretendían enfrentar, era fundamental para evitar la aplicación de políticas o planes basados en teorías o principios falaces, que conducían a un aumento de la desigualdad social, o a situaciones muy diferentes a las planteadas en sus objetivos”.

Subrayamos con ello la necesidad de nuevos estudios y explicaciones, indispensables en una etapa de grandes cambios en las ciudades, que sirvan no sólo para la producción de conocimientos sino también para que éstos puedan tener una influencia cada vez mayor en la transformación de la realidad.

Se requiere desarrollar nuevos esquemas de colaboración y definir Metodologías de PLANEACIÓN PARTICIPATIVA que permitan sistematizar un CONOCIMIENTO que provenga de la ACCIÓN pero que debe ser enriquecido con el CONOCIMIENTO que proviene y es resultado de la Investigación. ¿Cómo conciliarlos? Ese es precisamente el reto que enfrentamos y confiamos que pueda empezar a resolverse, en gran medida, con la puesta en marcha de metodologías participativas que enriquezcan y construyan una acción social diferente, basada en la integración, el consenso y la toma de decisiones informada que permita el diseño y planeación de espacios más democráticos, pero sobre todo de territorios con equidad, justicia y sustentabilidad.
Para construir un diálogo en torno a la planeación participativa, debemos entonces definir a los actores, identificar sus lenguajes, considerando siempre que los espacios urbanos lejos de ser pasivos, comunican y transmiten significados, que debemos aprender a leer, no a interpretar, sino a leer colectivamente para entonces y sólo entonces estar en posibilidades de comunicarnos y proponer conjuntamente proyectos de ciudad.


Bibliografía
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viernes, 5 de diciembre de 2008

La ciudad actual y sus retos ambientales: Reflexiones sobre la problemática vigente en el Estado de Veracruz.

Elena Rustrián Portilla.
Laboratorio de Gestión y Control Ambiental, Facultad de Ciencias Químicas de Orizaba, U.V. erustrian@uv.mx.



Las actuales ciudades en nuestro país, presentan en su gran mayoría, un crecimiento desordenado que se refleja en la pérdida de su belleza paisajística y a menudo arquitectónica original. Existe un crecimiento alto y sostenido de la mancha urbana de las ciudades medias y grandes, producto de una migración rural que prácticamente ha abandonado el campo para establecerse en cinturones de miseria urbanos en busca de un trabajo que le permita un ingreso para sobrevivir. La escala de los centros urbanos, el número de habitantes que albergan y, su actividad o función económica territorial en el contexto local, regional o nacional, van a definir su relación con su entorno y ecosistemas vecinos de modo que serán determinantes de la problemática ambiental específica para cada centro urbano.

Los territorios sean ciudad, pueblo, o ecosistema natural, con todos los escalones intermedios de la acción humana sobre la naturaleza ó antropización, son ecosistemas interrelacionados, que se alteran entre sí a través de múltiples formas de contacto y de utilización mutua. De modo que las ciudades y otros ecosistemas han de considerarse en su relación, e impactos, a escala mundial, para comprobar la sostenibilidad de aspectos globales como la deforestación, la biodiversidad, las emisiones contaminantes y los efectos sobre el cambio climático (capa de ozono, efecto invernadero, etc.); (Goyre y Velázquez, 1997).

De acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2006), en Latinoamérica y el Caribe aproximadamente la mitad de los habitantes en los centros urbanos vive en condiciones de pobreza. Las poblaciones pobres, están generalmente localizada en asentamientos marginales los cuales no tienen una cobertura ni calidad adecuada de servicios básicos. En consecuencia, las condiciones ambientales y de salud de estas poblaciones tienden a generar mayores riesgos y vulnerabilidades. En la región, es notoria la relación directa entre el deterioro ambiental, la calidad de vida y la pobreza urbana. Muchos de los barrios pobres están ubicados en sitios poco propicios y de alto riesgo (zona en pendientes, humedales y otros suelos ambientalmente frágiles), lo que aumenta la vulnerabilidad a los impactos de las amenazas naturales tales como deslizamientos, inundaciones y sismos, además de impedir o imposibilitar la extensión de infraestructura de vialidad, alcantarillado y otra infraestructura de servicios.

Así, habría que plantearnos los límites del crecimiento de las ciudades actuales, con una visión de sostenibilidad.

La organización urbana vigente en el Estado de Veracruz y que no es ajena a la realidad nacional, presenta pautas de consumo sin control en que a su vez, los procesos de producción y distribución vigentes se caracterizan por un despilfarro de recursos naturales y explotación excesiva de los ecosistemas, sin reconocimiento de la gran responsabilidad que en la generación de residuos líquidos y sólidos así como la alteración de la calidad del aire, tiene cada actor de la cadena productiva y de consumo.

La organización del espacio urbano y de las actividades que se realizan en el seno de una ciudad debe tener condiciones adecuadas para la habitabilidad de sus ciudadanos, asegurando también el mantenimiento de esas condiciones para los futuros habitantes. Frecuentemente, la habitabilidad interna se mejora a costa de incrementar impactos ambientales lejanos, o de la innecesaria destrucción de recursos en su propia área.

La presión ejercida sobre el medio urbano, y los ecosistemas que lo sustentan, por los procesos de urbanización es cada vez mayor, sin que se establezcan controles adecuados respecto a la proporción de actividades que deben asentarse en distintos lugares, ni límites de capacidad de carga en determinadas áreas. El consumo en masa, por grandes poblaciones y con pautas despilfarradoras, conduce a la pérdida de capital natural, sin que haya políticas adecuadas de control, mejora de lo existente y renovación o sustitución de lo consumido.

La explotación excesiva de los ecosistemas sobrepasa su capacidad de carga tanto por consumo de recursos, como por la intensidad de movimientos y de actividades o por contaminación, que alteran el equilibrio de los ecosistemas provocando procesos de degradación que pueden llegar a ser irreversibles. Según diversos expertos, una gestión adecuada con participación ciudadana puede reducir en un 50% el consumo doméstico de energía y agua, y la producción de residuos, y análogamente se puede reducir sustancialmente el consumo de energía y la producción de residuos en actividades como el tráfico y la industria.

De acuerdo con Goyre y Velázquez (1997), las situaciones más habituales que ponen en riesgo los ecosistemas ante el avance de la mancha urbana y que, sin duda son aplicables a nuestro entorno, son las siguientes:

• Destinar suelo fértil para asentamientos urbanos lo que disminuye la producción agraria y las superficies para el intercambio de gases, infiltración y aumento de la escorrentía.
• Extracción intensiva de recursos materiales renovables y no renovables.
• La carencia de mapas de riesgos confiables de buen número de ciudades para considerar formas graves de erosión, zonas sísmicas e inundables.
• Como consecuencia de la explotación excesiva de los ecosistemas y de su contaminación por residuos, cada vez se recurre a ecosistemas naturales más alejados para solventar las necesidades tanto urbanas como industriales, extendiendo la huella de las ciudades a espacios remotos que, en algunos casos debido a su situación económica, acogen impactos excesivos contribuyendo a la pérdida de capital natural y a la degradación ambiental local y global.
• Un caso particular de intrusión en los ecosistemas naturales, que se da en espacios cada vez mas alejados, es el esparcimiento, con una importancia creciente del turismo. El turismo incide negativamente en aspectos tales como la congestión urbana en determinadas franjas del territorio; la presión estacional sobre las infraestructuras y servicios; la sobreexplotación de recursos naturales muy específicos -playas, embalses, sistemas montañosos, etc.- por una gran población en un reducido período de tiempo. El aumento de la producción de residuos de todo tipo; aumento de la necesidad de materias primas, y problemas derivados de "maltratar" la naturaleza ligados a la falta de educación medioambiental, que si bien no son exclusivos del turismo inciden en cualquier concentración masiva de personas en estos ecosistemas.
• Contaminación del medio atmosférico, de las aguas y el suelo, que suponen el aumento de la incertidumbre ambiental, a escala local, regional y global, por sobrepasar los límites que confieren estabilidad a los sistemas: el tráfico, la climatización comercial y doméstica así como la industria son las principales fuentes contaminantes. La congestión de tráfico y el abuso en la colocación de topes llega a multiplicar por cinco, las emisiones contaminantes.
• Consumo excesivo de agua en general y, especialmente, en la agricultura y en algunas áreas con asentamientos urbanos y turísticos que crecen sin contemplar la disponibilidad ecológica de este recurso.
• La inadecuada gestión del recurso agua que es condicionante del desarrollo en general.
• Aumento constante de la producción de residuos sólidos con los consecuentes problemas para su tratamiento.
El panorama de los dos últimos aspectos de la lista anterior, agua y residuos sólidos urbanos o basura, se presentan a continuación, referidos a la problemática particular del Estado de Veracruz.


El recurso agua en el Estado de Veracruz
Veracruz recibe el 25% del total del agua de escurrimiento y 23% de la disponibilidad natural del recurso agua del país y una precipitación media anual de hasta 1,840mm, cantidad equivalente a 2.4 veces la media nacional. Con tal abundancia de agua y dadas sus características climáticas y topográficas, el estado presenta efectos hidrometeorológicos intensos que provocan inundaciones en las partes bajas y sequías en la zona norte principalmente (CNA, 2000).

La población veracruzana se asienta en unas 22,000 localidades distribuidas en 212 municipios. La aparente abundancia de agua propició la dispersión de la población al encontrar fuentes de abasto para cubrir sus necesidades mínimas que con el paso del tiempo, crecimiento y cambio de patrones de consumo resultan muchas de ellas, insuficientes. Así, buen número de las ciudades medias de nuestro estado, dependen de fuentes externas para su abasto de agua, situación que representará siempre un factor de vulnerabilidad y riesgo para su crecimiento y productividad.

Se cuenta con 21,757 localidades de menos de 2,500 habitantes que albergan el 44.37% (2.88 millones) del total de pobladores del estado (3.91 millones). En ellas, la cobertura de agua corriente es inferior al 50% (44.37%) y su infraestructura de saneamiento es mínima, representado por escaso acceso a sistemas de alcantarillado (35% de la población), letrinas (8%) y un nulo tratamiento de agua, tanto de abasto como residual.

Las restantes 279 localidades (con más de 2,500 habitantes) concentran el 55.6% de la población y tienen una cobertura de agua corriente del 77%. Respecto al saneamiento el esfuerzo se centra en las redes de distribución de agua, operando con cierta eficiencia en su desinfección. Respecto a las aguas residuales, solo el 12% de la población es cubierta con escasas e ineficientes plantas tratadoras de aguas residuales.


El 82% del agua de abasto es a partir de fuentes superficiales y las estructuras de potabilización son insuficientes para garantizar la calidad que las normas vigentes establecen. Esto debido a la degradación de los acuíferos y la creciente contaminación de ríos y arroyos que cruzan el territorio veracruzano., así como el estado que guardan las redes de distribución existentes.

La contaminación de las aguas, es de origen industrial mayoritariamente, seguida por la generada por la población y en menor cantidad por los prestadores de servicios (CSVA, 2004).

Así, se puede decir que el panorama del agua en Veracruz presenta las características siguientes:
• El agua literalmente se escurre por falta de inversiones para retenerla.
• Hay un marcado contraste entre abundantes recursos hídricos con la baja cobertura y calidad de servicios a nivel estatal.
• Cerca de 50% del agua en Veracruz, se destina a usos agropecuarios en sistemas de irrigación deficientes.
• En Veracruz prácticamente no se compensa a la naturaleza por el agua que genera y se le sustrae.
• El concepto de pago por servicios ambientales no ha sido incorporado para una sana explotación de las cuencas.
• El total de consumidores deben pagar por la operación eficiente del sistema de aguas, incluyendo el pago por servicios ambientales.
• Los grandes usuarios de agua tienen una responsabilidad social subrayada en pagar los servicios por suministro de agua.
• La contaminación del agua en Veracruz, es alta y creciente.
• Alta incidencia de daños por inundaciones.

La gestión de residuos sólidos en Veracruz
El Estado de Veracruz duplicó su generación de basura en 10 años. De acuerdo a registros existentes, en se generaban unas 3,549 toneladas de basura diariamente en 1997, estimando que dicha cifra crecería en proporción del 1 al 1.5% anual (Capistrán y Morosini, 1997). Sin embargo, de acuerdo con afirmaciones recientes del delegado estatal de Semarnat, Veracruz ocupa el sexto lugar nacional en generación de basura con más de 6,000 toneladas diarias, de las cuales solo el 15% es manejado adecuadamente. A lo largo y ancho del territorio veracruzano existen más de mil 600 tiraderos a cielo abierto (El Universal, 23/03/2008).

Cada veracruzano genera en promedio 900 gramos de basura diariamente, cantidad que es superada por los habitantes de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río que se estima generan un 1,100 gramos en promedio al día.

Se estima que cerca del 80% de la basura generada es colectada por servicios de limpia pública municipales y dispuesta en basureros a cielo abierto y algunos rellenos sanitarios existentes y el resto queda en el ambiente ya sea dispersa, enterrada o quemada (Gob. Edo. Veracruz, 1990 en Capistrán et al; 2004). Así, la basura en Veracruz es un grave problema que altera el paisaje, degrada y contamina suelos y acuíferos, genera fauna nociva.


Si bien existe la Norma Oficial Mexicana 083, mediante la cual los Ayuntamientos están obligados a contar con adecuados rellenos sanitarios con las especificaciones de protección ambiental para la selección de sitios, diseño, construcción, monitoreo, clausura y obras complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial, ésta resulta ya insuficiente. La actual tendencia mundial es operar sistemas (ciudad, industria, comercio) con cero emisiones, de modo que la solución no es dotar a cada ciudad con un relleno sanitario sino educar y capacitar a la población en la estrategia de las 3R: REDUCE, REUSA, RECICLA para minimizar la generación de basura y disminuir costos al solo colectar lo que realmente justifica ser tratado como tal, basura, pues se estima que cerca de un 50% de lo que se tira puede reutilizarse o reciclarse y un 30% puede destinarse a compostaje por ser material orgánico, de modo que con una adecuada cultura de la gestión de residuos sólidos urbanos, podríamos reducir el problema a su tamaño real que es de 20% de la dimensión actual.

Finalmente, se citan algunos aspectos que se consideran relevantes dentro de las prioridades ambientales de las ciudades de nuestro estado, como:
-el definir el tamaño de las ciudades en función de los servicios ambientales disponibles para su población y actividades productivas.
-diseñar y construir espacios públicos y privados en que se considere el sano equilibrio del ambiente, no solo espacios verdes, sino infraestructura específica que propicie alguna de las acciones 3R (REDUCCIÓN, REUSO Y RECICLE) en materia de agua, energía y residuos sólidos.
-fomentar como acción urgente el ordenamiento territorial y ecológico de las zonas de riesgo.

Referencias Bibliográficas
Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2006) Cooperación Técnica “Gobernabilidad Ambiental: Bases para un Marco Estratégico y Desarrollo de Instrumentos de Gestión Ambiental Local” (TC-0112124-RG / ATN-NP8535-RG). Componente 2: Planeación Estratégica, Planes de Acción Urbano – Ambiental e Instrumentos de Gestión: Municipalidades. 122pp.
Capistrán H.F. y Morosini, C.F. (1997)La basura urbana en el Estado de Veracruz. La Ciencia y El Hombre. 26:mayo-agosto.IX:67-80.
Capistrán H.F., Aranda E. y Romero J.C. (2004). Manual de reciclaje, compostaje y lombricompostaje. 2ª reimpresión. Inst. Ecología A.C. 1-7p.
CNA, Comisión Nacional del Agua. (2000). Panorama del Agua en la región Golfo centro. Presentación pp. Ismael Vázquez Méndez. En: cna.gob.mx
CSVA, Consejo del Sistema Veracruzano del Agua- Gobierno del Estado de Veracruz. (2004). Proyecto del programa hidraúlico estatal. Cap. III. “Diagnóstico del sector agua en Veracruz”. 51pp.
Félix Arias Goytre e Isabel Velázquez Valoria (1997) Agenda Habitat España: contribución de las ciudades al desarrollo sostenible, documento editado por el Ministerio de Fomento para la conferencia Habitat II. En: http://habitat.aq.upm.es/aghab/aghabes.html#P6. consultado en nov.2008.
Gobierno del Estado de Veracruz, 1990. Propuestas técnicas para la disposición final de residuos sólidos de las 32 principales ciudades del estado. Docto. Interno para consulta pública.

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