lunes, 8 de diciembre de 2008

Construyendo un Diálogo a través de la Planeación Participativa

Dra. Beatriz Eugenia Rodríguez Villafuerte


“No juntamos nuestras ideas sino nuestros propósitos.
Y nos pusimos de acuerdo entonces decidimos”

Popol Vuh, libro sagrado de los Mayas

Introducción.
La necesidad de un diálogo permanente entre las ciencias, en particular las Ciencias Sociales y la Arquitectura, se vuelve más evidente cuando enfrentamos la definición de herramientas metodológicas para abordar y determinar las formas de intervención en los espacios urbanos.

Ello nos lleva también a la reflexión interdisciplinar acerca del entorno construido, analizando algunas características de esa actividad que crea los espacios para las distintas actividades de la vida individual y social, los espacios para habitar, trabajar, educar, recrear, curar, es decir, para la vivienda, el trabajo, la educación, la recreación, el ocio, la salud.

La compleja interacción de los individuos con su entorno construido ha sido objeto de múltiples análisis, buscando entender la forma en la que los grupos humanos han creado, recreado y se han vinculado con su entono. Ya Amos Rapoport (1976) nos definía el entorno construido como sinónimo del concepto de paisaje cultural desarrollado por los geógrafos, esto es, como aquella intervención hecha por el hombre a su entorno.

Después de varios años de poner en práctica diversos enfoques de metodologías participativas, compartimos ahora en este texto, algunas consideraciones y preocupaciones en torno a lo que hemos aprendido, pero también a los tropiezos que hemos enfrentado por la complejidad de necesidades, intereses, aspiraciones y criterios involucrados en el espacio urbano.

La ciudad, como reflejo de la organización social, política y económica de una sociedad es a la vez crisol de sus valores, de las fuerzas en lucha, las tensiones, los anhelos y, en particular, de la imagen de sociedad que tienen los diferentes grupos, por lo cual la ciudad “no es lo natural o lo dado, sino la obra de la intervención humana” y por ende puede ser transformada, diseñada y construida para ser habitada, no simplemente ocupada.

De la misma manera, “la importancia de la vecindad comienza con la importancia de la ciudadanía. Ser un ciudadano es participar en los asuntos cívicos. “Participar” es el concepto clave. Vivir en un sitio y no participar de los asuntos civiles es ser meramente residente, no ciudadano”.

Para quienes a partir una formación como la Sociología urbana interactuamos con disciplinas como la Arquitectura, nos queda claro que debemos redoblar esfuerzos para definir ese lenguaje común que nos lleve a iniciar el diálogo, a definir métodos, pero sobre todo a aplicarlos y buscar colectivamente resultados para lograr relaciones más horizontales y eficientes, más sensibles a las necesidades de la ciudadanía.

El diálogo es un elemento fundamental en toda acción orientada a la transformación humana, el reconocimiento de los otros, de sus intereses y sus necesidades puede convivir con la idea de que en tal diversidad, y no en su desconocimiento o imposición, reside la construcción de ciudadanía y comunidad.

Entonces los diálogos por construir están por un lado, en la esfera del conocimiento científico, de los investigadores y hacedores de teorías y conceptos, para desarrollar procesos inter y transdisciplinarios; pero por otro lado, destaca la necesidad de construcción de un diálogo entre los ciudadanos, entre los usuarios de esos espacios y entre éstos y los encargados de gobernar y tomar decisiones. Y finalmente entre todos ellos, de manera que las lecturas de la ciudad, de sus espacios, de sus habitantes y sus necesidades tengan un sustrato común que les permita comunicarse.

Entendidos así, los diálogos son procesos anclados en experiencias históricas y definidos por las dinámicas locales, por lo que los mecanismos que conducirán a la ampliación de la participación social, deben ser vistos como instrumentos complementarios orientados a mejorar la eficiencia de la gestión pública y atender las expectativas ciudadanas. En este sentido resulta imprescindible construir vasos comunicantes, canales de intercambio y negociación, ámbitos deliberativos, espacios de discusión pública para expresar las diversas opiniones y eventualmente incluirlas dentro de la negociación que conduce a la definición de preferencias, a la discusión de proyectos de desarrollo específicos y a la toma de decisiones consensuada.

La planeación participativa.
“Yo participo, tú participas, él participa, nosotros participamos, vosotros participáis, ellos deciden”
(Inscripción en una pared. Berkeley, Universidad de California)

La lectura de los diferentes espacios que conforman la ciudad, inicia con la construcción de un lenguaje común entre los hacedores de ciudad, es decir entre los habitantes, los planificadores, los académicos y las autoridades. Para ello resulta fundamental definir los elementos para un diálogo que permita tomar decisiones conjuntas, colectivas, en torno a los barrios y los vecindarios en nuestras ciudades.

En este contexto es indispensable comprender por un lado, los procesos de producción del espacio construido, reconociendo la complejidad del fenómeno urbano, y por otro, proponer métodos y técnicas que permitan la intervención de todos los actores involucrados.

Partimos del principio que la participación es y debe ser una forma democrática y socialmente equitativa para la toma de decisiones; al tiempo que el diseño participativo se convierte en una herramienta técnica que favorece la incorporación de los hacedores de ciudad en los procesos de producción social del hábitat.
Si consideramos la participación como la capacidad y poder para intervenir en los mecanismos y en las etapas de decisión colectiva, en este sentido, la ciudad se convierte en un espacio privilegiado de organización e iniciativa social, que otorga base espacial o territorial a la sociedad civil; concibiendo al territorio como referencia fundamental para la creación de una identidad común. En otras palabras, la participación es un mecanismo clave para desarrollar la idea de identidad en un territorio común y compartido. La participación así entendida, ubicada en el espacio local , se vuelve requisito esencial y fundamento de los procesos de planeación participativa.

Las ciudades, sus espacios y territorios están conformados por una gran heterogeneidad de actores sociales, con formatos institucionales diversos (sindicatos, asociaciones, redes, coaliciones, mesas, foros) y una gran pluralidad de prácticas y proyectos políticos. De ahí que resulta una tarea central establecer claramente el tipo de actores con los que trabajamos, los espacios públicos en que se mueven y los proyectos que defienden.

Esta noción de heterogeneidad es el principio que debemos reconocer para iniciar un diálogo y para construir redes de comunicación de cara a una planeación participativa. Identificar no sólo a los diversos actores sociales- con variados intereses y agendas-, sino también sus formas de acción colectiva, la construcción de identidades y los proyectos políticos que detentan.

En la pluralidad de esas concepciones y proyectos debemos encontrar las bases, los elementos constitutivos de nuevos espacios, de nuevos escenarios para iniciar el diálogo y construir conjuntamente nuevas prácticas cívicas, solidarias, participativas.

Para la planeación urbana participativa, es fundamental identificar al interior de las organizaciones sociales, las diferentes culturas o tradiciones que las sustentan, de forma que al conocer los principios participativos, clientelares, corporativos o autoritarios que se encuentran detrás de los grupos con los que dialogamos, estaremos en mejores posibilidades para advertir las tensiones y contradicciones, sus pesos específicos, sus causas y sus consecuencias; de tal suerte que logremos proponer nuevas prácticas cívicas, solidarias, participativas, apoyadas en proyectos, en liderazgos y en capacidades organizativas de los propios ciudadanos.

Las metodologías

“(...) it is possible to give people a sense of pride and reinforce their identity with their local community; to develop neighborhoods and small towns that enrich people’s living by being responsive to their needs and aspirations .Participation is crucial to the redirection of architecture and the city it creates. Social architecture is viewed as an instrument for transforming both the environment and the people who live in it”
Henry Sanoff

Básicamente han sido tres los marcos conceptuales de los que surgieron los principios metodológicos que han guiado nuestras investigaciones académicas en los años recientes. Todos ellos, en su momento, nos facilitaron la aplicación de técnicas y ejercicios empíricos en el trabajo de campo que dieron sugerentes resultados y cuyas contribuciones han enriquecido el trabajo comunitario y ciudadano en torno a la planeación participativa.

Estas experiencias nos permiten ahora recapitular sus principales aportaciones e identificar los elementos comunes que han dado sustento a nuestras investigaciones. Para fines de este ensayo sólo enunciaré de manera resumida las ideas principales que orientan a cada una de estas líneas de investigación.

1.Métodos de Participación Comunitaria en el Diseño y Planeación, desarrollada por el Profr. Henry Sanoff y la influencia de la Environmental Design Research Association (EDRA).

El diseño comunitario, afirma Henry Sanoff , es un término amplio que también involucra la planeación comunitaria, la arquitectura comunitaria, la arquitectura social, el desarrollo comunitario y la participación comunitaria. De hecho, el diseño comunitario, como movimiento, emerge de un creciente reconocimiento y aceptación de que la inadecuada gestión del medio físico-natural, es un factor que contribuye al malestar social y económico que padece el planeta, pero al mismo tiempo, un reconocimiento de que existen otros caminos para el diseño y la planeación. La arquitectura convencional y los enfoques de planificación que de ella derivan, basados en la concepción paternalista del manejo y gestión del espacio por parte solamente de “los expertos”, empezaron a ser cuestionados.

En las últimas dos décadas, han surgido proyectos de desarrollo con un enfoque diferente, y han demostrado que es posible crear espacios que generen en un sentimiento de orgullo y refuercen la identidad local, es posible proyectar vecindarios y barrios que enriquezcan la vida de los individuos haciéndolos responsables de sus necesidades y aspiraciones.

Lograr que los individuos se involucren en de una manera más activa en dar forma y gestionar sus entornos, es lo que el movimiento del diseño comunitario ha explorado en los últimos años. Empezando con acciones que lleven a los diseñadores y planificadores a trabajar con, en lugar de contra las comunidades y los grupos sociales, lo que ha fomentado la incorporación de un nuevo tipo de profesionistas en una variedad de asociaciones que involucran al sector público con desarrolladores y vinculan a éstos con las instituciones financieras, trabajando muy de cerca con los grupos de la sociedad civil.

Ya desde 1984, Hatch describía el surgimiento de un movimiento internacional basado en la convicción de que la participación es crucial en la redefinición de la arquitectura y de las ciudades que crea. La arquitectura social es concebida como un instrumento para transformar tanto al ambiente como a las personas que en él habitan.

De esa manera el diseño comunitario, o la arquitectura social se convierten en una actitud y una fuerza para el cambio en la creación y gestión de ambientes, de entornos construidos en donde las personas son lo más importante. Su fuerza descansa en ser un movimiento que atraviesa las tradicionales fronteras profesionales. Parte del principio que el entorno construido, el ambiente y los diferentes espacios, funcionan mejor si los individuos afectados por sus cambios están involucrados en lugar de ser tratados como consumidores pasivos.

Sin embargo, la participación comunitaria no es una panacea ni la única solución para el cambio social, debe ser analizada, estudiada, a través de la teoría y la práctica para convertirse en un aspecto integral de la democracia. Para Sanoff, la participación significa la colaboración de personas en la consecución de objetivos que ellos mismos han definido. El diseño participativo, los procesos y las técnicas que propone, se basan en el principio de involucrar a los actores locales en el desarrollo social, la participación implica el trabajo colectivo de varias personas tanto en la determinación de los objetivos como en la definición de los caminos para llegar a ellos.

En este sentido, la participación implica el encuentro de, al menos, dos conocimientos, dos formas de aprehensión de la realidad: por un lado, el técnico que aporta información especializada desde el campo constructivo, espacial, jurídico, normativo y económico; por otro, el ciudadano, el vecino, el usuario, que aporta información en torno a sus necesidades, expectativas y posibilidades.

Los principios de esta metodología pueden resumirse de la siguiente manera:

a)No existe “la mejor solución” para un problema de diseño. Cada problema ofrece diferentes soluciones, basadas generalmente en dos tipos de criterios: los Hechos (datos empíricos) y las Actitudes (interpretación de los hechos, percepciones).

b)Las decisiones de “los expertos” no son necesariamente mejores que las decisiones de los usuarios. El diseñador o planificador involucrado en este enfoque, debe ser considerado como un participante más, que emitirá sus opiniones –no sus decisiones- de la misma forma que lo harán los usuarios.

c)Las diferentes alternativas o soluciones consideradas por los planificadores o investigadores, deben ser puestas en la mesa de discusión.

d)Todos los individuos y grupos de interés deben reunirse en un foro abierto, de forma que todos los involucrados en la decisión puedan expresar abiertamente sus opiniones, asuman compromisos conjuntos, y arriben a decisiones aceptadas colectivamente.

e)Debe ser un proceso continuo y en constante transformación. Partiendo de que el producto no marca el final del proceso, debe ser gestionado, evaluado y adaptado a las necesidades de cambio.



2.El Desarrollo Económico Local (DEL) y la metodología impulsada por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU – Hábitat), que comparte algunas estrategias y enfoques con las metodologías propuestas desde el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

Como señala Alberto Enríquez : “Si bien no somos los más pobres, somos el continente con mayor brecha entre ricos y pobres, el continente líder en desigualdades sociales y desequilibrios territoriales, y con increíbles inequidades de género, edad y etnia”. Esta situación da sentido a la rediscusión de los modelos de desarrollo, a la planificación del desarrollo económico local – DEL- y la descentralización como alternativas para la región.

La planificación para el desarrollo económico local (DEL) como instrumento democrático del desarrollo sustentable no surge por casualidad en América Latina, sino como resultado de la problemática actual y como una ruta diferente y alternativa de desarrollo nacional y regional. Su gran potencialidad radica en que representan una estrategia e instrumento diferente para el desarrollo.

El desarrollo económico local puede definirse como un proceso de acumulación de capacidades para mejorar, de manera colectiva, continuada y sostenible, el bienestar económico de la comunidad, con generación de empleos y mejoras de la calidad de vida de los habitantes de un espacio territorial concreto.

El desarrollo “local” debe contribuir a la afirmación de una identidad, de elementos distintos, de una reputación propia, de características singulares que diferencien lo local dentro del universo de la globalización y que encuentran las ventajas comparativas de lo local. La formación de agentes multiplicadores en las diferentes municipalidades debe tener como eje central, la descubierta, el reconocimiento y la valorización de los activos locales, esto significa, de las potencialidades, vocaciones, oportunidades, ventajas comparativas y competitivas de cada territorio para el desarrollo económico local.

Los diversos abordajes teóricos y metodológicos en torno a desarrollo económico local tienen un común denominador: la búsqueda de un cambio positivo que sea socialmente justo, que fortalezca los sistemas de producción y distribución democráticos orientados al mercado, que trate de manera inteligente al medio ambiente y que sea políticamente responsable.

La planificación estratégica otorga un marco general para la acción: es una manera de determinar prioridades, hacer elecciones sensatas y asignar los recursos escasos con el fin de lograr objetivos que han sido acordados. Reconocer los beneficios y desafíos de la planificación estratégica para el desarrollo económico local ayuda a comprender mejor esta herramienta y su posibilidad de llegar a estrategias de entendimientos compartidos con los diferentes actores sobre las prioridades, y la dirección de temas económicos locales.

Adicionalmente, la planificación estratégica para el desarrollo económico local puede ser un instrumento eficaz para evidenciar el complejo proceso de conflicto de intereses y/o concertación entre los sujetos – sectores y fuerzas – que interactúan dentro de los limites de un territorio determinado con el propósito de impulsar un proyecto común que combine la generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sustentabilidad ecológica, enfoque de género, calidad y equilibrio espacial y territorial con el fin de elevar la calidad de vida y el bienestar de cada familia y ciudadano que vive en ese territorio o localidad.

En cuanto al BID y al Banco Mundial, tuvimos la oportunidad de participar en la Consulta Pública convocada por el Banco Mundial en la ciudad de México en noviembre del 2007, de esa experiencia derivaron dos acciones muy concretas que permitieron incorporar dicha metodología al proyecto PROMEP y trabajar en una primera etapa en la definición del barrio histórico en el que se desarrollaría la experiencia de planeación participativa.

3.Las experiencias recientes de planeación participativa en la región Córdoba-Orizaba a través de la Agencia de Desarrollo Hábitat y el Proyecto SIGOLFO-CONACYT, cuyo producto fue la elaboración de la Guía para la Participación Ciudadana; así como el trabajo que desde la perspectiva de la Ciencia Política analizó la gestión urbana municipal y la participación ciudadana en Veracruz de 1994 a 2004.

El objetivo central de estas acciones fue identificar conjuntamente con los Ayuntamientos, el Consejo Consultivo para el Desarrollo Urbano (CCDU), los integrantes de la Agencia Hábitat, los investigadores y los ciudadanos representantes de los diversos sectores sociales, los mecanismos para promover una participación ciudadana consciente e informada, con una cultura política diferente para la gestión local. Al mismo tiempo, señalar los obstáculos que impiden en dichos municipios una gestión urbana participativa, en donde la ciudadanía se involucre en la toma de decisiones en los espacios locales.

Establecía que era preciso recuperar los espacios locales, los ayuntamientos y su territorio, como el marco en el que deben ser tomadas las decisiones y desde donde la planeación con participación ciudadana debe empezar. Porque es a través de la gestión urbana que se establece el vínculo entre las decisiones políticas y la habitabilidad de las ciudades. Debe por tanto rescatarse la importancia de los ciudadanos y su participación en la construcción de nuevos espacios de relación entre gobernantes y gobernados.

Se basó en una investigación documental, participativa, por medio de entrevistas a profundidad con algunos agentes clave tanto del gobierno como de la sociedad civil y fue el resultado de las valiosas aportaciones de los presidentes municipales, síndicos, regidores, funcionarios municipales, académicos y ciudadanos, quienes a lo largo de diez años participaron en talleres, cursos, grupos focales, en un principio para discutir sus preocupaciones y más adelante para proponer ideas muy concretas, que pudieran contribuir a resolver las dificultades para lograr una mayor participación ciudadana en la gestión local.

4.A partir de los elementos que aportaron y después de una evaluación de los alcances
y resultados obtenidos con la aplicación de estos enfoques en diferentes etapas de nuestro trabajo de investigación, se definió una metodología que integra las principales contribuciones y aciertos de estas propuestas, e intenta evitar los errores que obstaculizaron en otras ocasiones la buena marcha de los proyectos.
Procuramos no caer en un eclecticismo, que solo incorporara de manera poco cuidadosa los aspectos metodológicos revisados y probados en distintas situaciones y momentos. Por el contrario, buscamos rescatar de cada una, las aportaciones que nos han dado resultados positivos en otras circunstancias, conservando aquellas que nos permitieron establecer realmente un diálogo con los ciudadanos y actores involucrados, las que han provocado consensos, las que han permitido una amplia convocatoria y participación de los diversos, muy diversos sectores público, privado y social. Pero también aprendimos de los errores, de aquellas experiencias que no produjeron consenso, antes al contrario provocaron confusión y lecturas poco claras de los objetivos de las propuestas hechas a los ciudadanos.

Buscamos en esta nueva fase de recapitulación metodológica, definir una ruta crítica que contribuya conceptualmente a enriquecer el trabajo con los ciudadanos y a fomentar el diálogo tan necesario y escaso entre la academia y la sociedad civil. Más allá de convocatorias verticales, oficiales, o de compromiso, reconocemos que se requiere enfrentar con responsabilidad el reto de asumir un compromiso cotidiano con los vecinos, con las autoridades, con los funcionarios, con los universitarios, identificar actores e instituciones, y con ellos iniciar las lecturas de sus espacios, de sus barrios, para llegar en un futuro no lejano a definir pautas diferentes para la transformación del territorio.

De esta forma, los resultados de varias experiencias previas de planeación participativa nos brindaron los elementos que ahora nos permitieron proponer conjuntamente con los ciudadanos, un proyecto participativo de mejoramiento urbano, a través de la regeneración de un barrio histórico de la ciudad de Córdoba, Veracruz.

Este proyecto lo estamos desarrollando con el apoyo financiero de PROMEP (Programa de Mejoramiento del Profesorado) y busca:

•Conocer el grado y nivel de participación (interés y compromiso) de los ACTORES LOCALES (en esta ocasión los vecinos) del Barrio, en mejorar, reactivar y/o rehabilitar la zona.
•SENSIBILIZAR y hacer conciencia entre la población de la importancia de su participación y cómo con acciones sencillas pueden empezar a modificar la IMAGEN URBANA del Barrio.
•Motivarlos para trabajar juntos a favor de “su espacio” aún a pesar de las diferencias socioeconómicas, ideológicas y culturales.
•Identificar a través de las actividades de los Talleres, los elementos que conforman la IDENTIDAD de los vecinos del Barrio.
•Elaborar conjuntamente un DIAGNÓSTICO COLECTIVO preliminar en el que la población aporte sus PROPUESTAS, a partir del DIÁLOGO que sostendremos con ellos a través de los talleres.

Reflexiones finales

“Las decisiones resultan de una adaptación negociada de intereses, de acuerdo con normas transparentes definidas en el espacio público... Los proyectos no reflejan la supuesta omnisciencia de tecnócratas esclarecidos, sino que representan la depuración de intereses legítimos, un concierto de voluntades, entre ellas la del propio gobierno”.
Fernando Henrique Cardoso,
Discurso pronunciado en la CEPAL en agosto de 2003

Dentro de una visión crítica de las ciencias sociales, toda investigación debe orientarse hacia la búsqueda de un conocimiento que constituya una guía para la acción transformadora de la sociedad, además de que el conocimiento humano nace de la interacción con el mundo y “no existe ninguna epistemología que no se haya constituido desde la acción y se vierta en una nueva acción” (Palazón, 1993).
En este sentido y siguiendo a Schteingart (2007), existen distintos intereses, objetivos y dinámicas de trabajo en el sector académico y en el sector gubernamental, que frecuentemente hacen difícil su vinculación, aunque también ella depende de la orientación política del gobierno, su nivel de acción (federal, nacional o local), la capacitación de los funcionarios y, sin duda, el interés real de la administración por los estudios que orientan acciones. Sin embargo, debemos reconocer que es indispensable una vinculación más funcional entre el sector académico, las comunidades, el sector público y privado, tratando de superar esa aparente contradicción entre un saber académico y un saber popular, considerado generalmente poco científico.

Los investigadores pueden tener diferentes tipos de relación con la acción pública (como generadores de conocimientos e ideas, interviniendo en el proceso de toma de decisiones o como consultores o asesores), sin embargo aún cuando sus trabajos no hayan sido realizados directamente para orientar acciones, pueden tener una influencia importante sobre las mismas, al generar un conocimiento válido y certero acerca de la realidad. “Durante muchos años los investigadores comprometidos con una orientación crítica de los estudios urbanos estuvimos convencidos que comprender las causas de los problemas urbanos que se pretendían enfrentar, era fundamental para evitar la aplicación de políticas o planes basados en teorías o principios falaces, que conducían a un aumento de la desigualdad social, o a situaciones muy diferentes a las planteadas en sus objetivos”.

Subrayamos con ello la necesidad de nuevos estudios y explicaciones, indispensables en una etapa de grandes cambios en las ciudades, que sirvan no sólo para la producción de conocimientos sino también para que éstos puedan tener una influencia cada vez mayor en la transformación de la realidad.

Se requiere desarrollar nuevos esquemas de colaboración y definir Metodologías de PLANEACIÓN PARTICIPATIVA que permitan sistematizar un CONOCIMIENTO que provenga de la ACCIÓN pero que debe ser enriquecido con el CONOCIMIENTO que proviene y es resultado de la Investigación. ¿Cómo conciliarlos? Ese es precisamente el reto que enfrentamos y confiamos que pueda empezar a resolverse, en gran medida, con la puesta en marcha de metodologías participativas que enriquezcan y construyan una acción social diferente, basada en la integración, el consenso y la toma de decisiones informada que permita el diseño y planeación de espacios más democráticos, pero sobre todo de territorios con equidad, justicia y sustentabilidad.
Para construir un diálogo en torno a la planeación participativa, debemos entonces definir a los actores, identificar sus lenguajes, considerando siempre que los espacios urbanos lejos de ser pasivos, comunican y transmiten significados, que debemos aprender a leer, no a interpretar, sino a leer colectivamente para entonces y sólo entonces estar en posibilidades de comunicarnos y proponer conjuntamente proyectos de ciudad.


Bibliografía
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1 comentario:

  1. Felicitaciones por el blog y la temática.
    Para mi es fundamental intercambiar entre los profesionales de la arquitectura que buscan formas más sustentables y humanas de generar diseño y planeamiento.

    Me gustaria intercambiar con ustedes aportándoles un blog que armé con el objetivo de re pensar y re definir conceptos tradicionales.
    Metodologías y técnicas participativas para la producción social del hábitat.

    Pueden bajar varios libros en versión digital sobre diseño y planeamiento urbano participativo.
    Fueron desarrollados dentro del marco de CYTED y de HIC.

    El sitio es
    www.marianaenet.blogspot.com

    Espero que sea de interés
    Saludos

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