jueves, 31 de julio de 2008

Apropiación y Equilibrio del espacio urbano público y privado

Mauricio Hernández Bonilla

Introducción
El equilibrio entre las diversas formas de ocupar y aprovechar el territorio para la realización de las actividades humanas individuales y/o colectivas representa un aspecto fundamental para el ordenamiento y la planeación del territorio. Por ejemplo, el balance y equilibrio entre el tamaño de la ciudad y la distribución de equipamientos e infraestructuras, entre los usos de suelo y las vialidades, y/o entre las densidad de construcción y los espacios públicos, es de suma importancia para la calidad de vida y buen funcionamiento de una ciudad. De esta manera, la planeación urbana busca un equilibrio correcto en la apropiación del territorio con el fin de lograr ambientes urbanos sostenibles, que provean de una mayor calidad de vida a sus habitantes y reduzcan los efectos perniciosos en el medio ambiente natural.

Los patrones de crecimiento y desarrollo urbano del siglo XX, han dado lugar a que, en las ciudades predomine el asfalto y lo construido sobre la existencia mínima de áreas destinadas a espacios abiertos públicos que equilibren las relaciones entre, lo natural y artificial, individual y colectivo, o entre, lo privado y público. El equilibrio entre lo público y lo privado es un tema fundamental en la ciudad actual. Pues, muchos de los problemas que aquejan la ciudad contemporánea como la fragmentación física, exclusión social, inseguridad, imagen urbana deteriorada, son agravados por la falta de una buena relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades.

El objetivo de este ensayo es discutir sobre la relación entre lo público y privado en el espacio urbano, teniendo como interés reflexionar como las diversas formas de apropiarse del territorio, han configurado esta relación en las ciudades a través de la historia hasta la ciudad actual. Es de suma importancia la valoración de la transformación de la relación público-privada temporal y espacialmente en vías de una reflexión sobre el equilibrio entre espacio urbano público y el espacio urbano privado en la época contemporánea de cara, a la creación de ciudades con mayores oportunidades hacia la sostenibilidad, ambiental, social y económica.


Definiendo Espacio Privado-Espacio Público
El ambiente privado es parte de la vida, bajo el control individual, fuera de la observancia publica. Todos tenemos derecho a la privacidad, y esto esta incorporado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El espacio privado y la esfera privada, como Madanipour[1] argumenta esta históricamente establecida y socialmente institucionalizada por la propiedad privada; ésta es, la que garantiza el acceso a un espacio que pertenece y esta controlado por un individuo de manera exclusiva. El individuo se ampara en una estructura legal, la cual le provee su derecho de llamar partes del espacio su propiedad privada. Así, lo privado permite libertades a los individuos para ejercer un control territorial sobre cierto espacio, permitiendo el acceso solo a personas conocidas, y también provee la oportunidad para demostrar identidad personal, poder y posición dentro de la sociedad. La unidad espacial de la propiedad privada esta fuertemente relacionada con el espacio íntimo de la vivienda. De esta forma, podemos afirmar que la vivienda es el símbolo básico y esencial del ambiente y la propiedad privada.

En contraste a lo privado, la palabra público se refiere al ambiente social y colectivo, del latín Publĭcus, este termino es definido[2] como un adjetivo que se refiere a lo que es notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos que es perteneciente o relativo a todo el pueblo ó lo común del pueblo o ciudad. Volviendo a citar a Madanipour[3], este argumenta que dentro de la estructura del estado y la sociedad, un espacio puede ser considerado público, si ha sido suministrado y gestionado por el estado, si es controlado por la autoridad pública, si es abierto y esta disponible para ser usado y compartido por todos los miembros de la comunidad y/o sociedad, finalmente, si es del interés de la gente de manera común. Por lo tanto se caracteriza por la posibilidad de permitir a diferentes grupos de gente sin importar su clase, género o edad para entremezclarse. Por lo tanto, el espacio público es el lugar donde la vida pública tiene lugar, involucrando contextos relativamente abiertos y universales, a diferencia de la vida privada caracterizada por lo íntimo, lo familiar, protegido y controlado individualmente y compartido solamente con la familia y amigos[4]. El espacio público es todo aquel espacio entre lo privado; y, desde el punto de vista urbano, es el espacio circundante y entre los edificios, desde el espacio inmediato fuera de la vivienda hasta las calles, avenidas, parques y plazas de la ciudad.

En la actualidad, la clara diferenciación entre espacio privado y el espacio público es condición fundamental en la vida urbana. Ambos ámbitos tienen sus características y formas, y en acuerdo legal y social, en cada uno de ellos se imponen reglas, normas y valores de comportamiento. El valor de respeto, así como, las conductas aceptadas como adecuadas en ambos ámbitos y finalmente la definición clara a los derechos sobre lo público y sobre lo privado, son asuntos fundamentales para la conservación y permanencia del orden social en las ciudades. En el ambiente urbano, la trasgresión y/o violación de las reglas y normas del espacio público y/o del espacio privado, da lugar al caos, desorden y anarquía. Por ejemplo, el acceder a una propiedad privada, sin el consentimiento del dueño es un ejemplo común de violación a lo privado, de lo que no nos pertenece. En el espacio público, es común observar a los individuos “sin vivienda” realizando actividades privadas, debido a la carencia de la posesión de una propiedad privada, de esta manera, existiendo un traslape de actividades público-privadas, trasgrediendo lo público creando confusión y desaprobación para los demás miembros de la sociedad. Así, como consideramos la existencia del derecho a lo privado, al control e intimidad que proporciona la propiedad privada; también, en el espacio urbano, es importante pugnar por el derecho al espacio público, es decir, el derecho que debemos tener todos los ciudadanos para disfrutar de espacios públicos que satisfagan las diversas necesidades sociales, económicas, psicológicas, ambientales, de manera colectiva. De aquí partimos para considerar el equilibrio entre lo público y lo privado en las ciudades, pues la existencia del espacio público urbano, es tan importante, como la existencia del espacio privado; no puede existir el uno sin el otro, lo público define lo privado y viceversa, la relación entre estos ámbitos es indisoluble.

Ahora nos cuestionamos, ¿Cómo se ha presentado esta relación en la historia urbana y cúal es la situación, en la ciudad contemporánea?

Recapitulando la relación público-privado
A lo largo de la historia han existido diversas formas de relación entre lo público y lo privado en las ciudades, relaciones que han sido definidas de acuerdo al desarrollo ideológico-cultural y científico-tecnológico de las sociedades. Así también, la percepción y valoración humana sobre ambos ámbitos se ha transformado a lo largo del tiempo. En la Grecia Clásica, mientras que el espacio privado presentaba condiciones precarias y la vida doméstica estaba en segundo plano respecto a la actividad comunitaria[5], el espacio público jugaba un papel de gran importancia para la vida urbana. El ciudadano griego destinaba gran parte de su tiempo a la vida pública, a las actividades sociales y políticas en lo público. La magnificencia de los espacios cívicos demuestra esta tendencia, el ágora, los santuarios, el teatro, los gimnasios y demás ocupaban un emplazamiento fijo determinado por la santidad o la conveniencia del lugar, mientras que las viviendas simplemente rellenaban el resto[6]. Así, el ágora griega representa el espacio público por antonomasia, localizada en el centro del pueblo, con gran amplitud y fluidez, era el corazón de las actividades cívicas en donde las actividades comerciales, las manifestaciones culturales, políticas y sociales tenían lugar flanqueadas por templos, altares, edificios de la corte y magistrados. En la “polis” griega, el espacio público representaba el lugar primario de la comunicación y del ejercicio de ciudadanía y democracia.

De manera similar, pero con una tendencia hacia lo cívico-religioso nos podríamos referir a las ciudades prehispánicas, donde los espacios públicos jugaban un papel predominante en la configuración urbana, el espacio público era el lugar de intercambio comercial, de manifestación religiosa y cultural, así las plazas, los espacios de juegos de pelota y templos de grandes dimensiones, representaban el elemento central en la ciudad y el espacio privado de la vivienda era secundario y circundante a este. En contraste, en otras latitudes, como en la ciudad medieval, la relación público-privada se presento de manera diferente, se entremezclaban ambos espacios, en una morfología urbana compacta y estrecha. De tal manera que, la relación público-privada estaba caracterizada por conflictos y tensiones de apropiación por los intereses privado-personales en la utilización del espacio público. El espacio privado era multifuncional, en donde las actividades de producción, comercio y vivienda se realizaban de manera combinada; sin embargo, en una privacidad limitada e insuficiente, estas actividades privadas se extendían hacia la calle, provocando conflictos en la apropiación y uso. Por otro lado, la gran actividad comercial que caracterizaba a la ciudad de la edad media, se realizaba en la vía pública invadiéndola casi en su totalidad, finalmente provocando una continua disputa entre los intereses públicos y privados.

Grandes cambios se observan en la ciudad renacentista y barroca, y paralelamente en las ciudades americanas; en estos contextos, el espacio público fue cuidadosamente planeado, simétricamente diseñado, restringiendo el espacio privado detrás de las fachadas ordenadas y uniformes[7]. Mientras que en la ciudad medieval la actividad mercantil fue lo que definió su configuración, en las ciudades de los tiempos renacentistas y barrocos, el poderío de las cortes reales, el poder de un estado civil consolidado y las ideas de la ilustración fueron determinantes en la configuración del espacio urbano. Así, para finales del s. XIX, la construcción de equipamientos colectivos para la educación, cultura y recreación, salud, transporte y comunicaciones representaron un factor importante en la conformación público-privada, en esta faceta de la ciudad, lo público, como por ejemplo la plaza y los parque sirvieron como espacio para la exhibición de grandes y majestuosos edificios de equipamiento. En esta época, la relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades presentaba ciertas tendencias. Por un lado se buscó con diversos proyectos higienistas mejorar las condiciones del espacio privado con viviendas más adecuadas para la gente trabajadora y la creciente burguesía, acompañado con la construcción de equipamientos que satisficieran las necesidades de la colectividad, de tal manera que, el espacio privado alcanzaba una mayor definición. Por otro lado, el espacio público de la calle, el boulevard, los parques y jardines jugaban un papel relevante en la estructuración de la ciudad. Las relaciones entre el adentro y el afuera eran indiscutibles, pues existía una relación directa, entre la vivienda, el patio y la calle, entre los edificios públicos, las plazas, parques y jardines. Además, el espacio público servía para el paseo, descanso y la comunicación interpersonal, así como también para las manifestaciones sociales y políticas.

La continua relación entre el ambiente privado y el espacio público fue una constante desde la antigüedad hasta principios del s. XX. Sin embargo, las ideas del movimiento moderno dieron lugar a una profunda transformación en el equilibrio y relación entre el espacio público y el espacio privado. Como es conocido, la industrialización y automatización de la sociedad trajo consigo la transformación de la vida urbana, emergiendo así, los preceptos para crear los nuevos espacios de vida que satisficiesen las nuevas demandas que imponía la modernidad. El funcionalismo rechazó las formas urbanas de la ciudad tradicional denegando la calle y la plaza. Así, el espacio público de la ciudad característico de épocas anteriores desapareció, siendo sustituido por grandes espacios abiertos sin delimitantes y solo flanqueados por las nuevas formas de vivienda, caracterizadas por edificios de gran altura distantes unos de otros. Aquí, la vida entre los edificios se tornó difusa y carente de la vitalidad pública que había caracterizado la ciudad hasta entonces. El funcionalismo del movimiento moderno otorgó prioridad a lo privado, principalmente al transporte motorizado y al movimiento a gran velocidad, lo cual vino a desequilibrar y a desgastar la fuerte relación que existía entre los espacios abiertos y los edificios alrededor de estos[8]. El espacio público resultante fue un gran espacio el cual tenía poca conexión, o más bien estaba totalmente desconectado con otras partes de la ciudad, y frecuentemente subutilizado, y su relación con el espacio privado fue solo para ser visto desde lo alto de los rascacielos o desde la ventanilla de los coches[9]. Finalmente, existía un espacio privado higiénico y estandarizado, y un espacio público ambientalmente amplio y abierto, pero socialmente debilitado.

Equilibrio entre lo público y privado en la ciudad actual

Entonces, ¿Cómo se presenta la relación entre el espacio público y el espacio privado en la ciudad del s. XX y en la actualidad? Las secuelas del funcionalismo y finalmente los cambios tecnológicos del siglo pasado y principios del presente han dado lugar a que, diversos analistas argumenten sobre la decadencia del espacio público[10], refiriéndose al gran predominio de lo privado sobre lo público. Incluso, algunos visionarios, en las últimas décadas del siglo XX, auguraban que la vida pública en el espacio urbano público desaparecerían, ya que debido a los avances tecnológicos, como la tecnología digital, daría lugar a la existencia de un espacio virtual, a un “ágora electrónica[11]”, en donde a través de este, nuestras necesidades de interrelación laboral, social, política y cultural serían satisfechas. De esta manera el espacio urbano de las calles, las plazas y parques, tendería a desaparecer, sino físicamente, si socialmente, pues ya no serían tan necesarios. Afortunadamente, estos visionarios no fueron tan acertados, los recientes avances tecnológicos han venido a transformar las formas de habitar las ciudades, sin embargo, no podemos afirmar que dichos avances hayan venido a sustituir o desaparecer por completo la vida pública en los espacios públicos.

Es importante reconocer que, en las últimas décadas, en la mayoría de las ciudades hemos experimentado un predominio de lo privado sobre lo público, podemos iniciar con ejemplos relacionados con la privatización de servicios urbanos de infraestructura que se ha realizado en diversas ciudades. La provisión de servicios de comunicaciones, agua, electricidad, basura y otros, los cuales han sido generalmente “públicos”, ahora en muchas ciudades han dejado de serlo. También es pertinente afirmar que, en la ciudad contemporánea la relación público-privada pierde su balance imponiéndose lo privado sobre lo público, degradándose las cualidades públicas del espacio urbano, y en donde podemos observar que de acuerdo a la definición que presentamos al inicio, el estado ha reducido su control en el suministro y/o la gestión de los espacios públicos, en muchos espacios se presentan barreras o son cada vez más cerrados, lo que evita que sean usados y/o compartidos por todos los miembros de la sociedad. Lo que en el pasado pertenecía a la esfera abierta y se configuraba con una mayor legitimidad pública, ahora pertenece cada vez más al ámbito de lo privado, desde el nivel del micro espacio hasta el nivel macro del barrio y la ciudad. Por ejemplo, en Los Angeles, las plazoletas y plazas fuera de losedificios corporativos han sido construidas y posteriormente gestionadas y controladas por las consorcios que se alojan en los rascacielos[12]. En nuestro contexto, las calles y aceras se encuentran invadidas por usos privados, y para el beneficio de particulares, los espacios utilizados para el comercio ambulante, al punto de limitar la fluidez peatonal y el buen mantenimiento del ambiente de la calle es un ejemplo de ello. Por otro lado, el espacio público ha perdido muchos de sus atributos sociales y ambientales convirtiéndose en muchos casos, en el espacio exclusivo de circulación a gran velocidad en donde predomina el transporte privado y el espacio para el estacionamiento de automóviles.

En la contemporaneidad, existe un cambio de percepción sobre la experiencia pública, ya que esta se percibe insegura, dando lugar a una pérdida de confidencia en las actividades públicas, pues la entremezcla entre desconocidos puede ahora resultar agobiante y estar caracterizada por el miedo y la desconfianza. Estos sentimientos han provocado que morfológicamente, la ciudad se fragmente y desconecte física y socialmente, dominando las nuevas formas de un urbanismo privatizador. La existencia cada vez mayor de “fraccionamientos cerrados” es una muestra de ello; así la ciudad se va conformando con enclaves o guetos habitacionales, caracterizados por su mono-funcionalidad, homogeneidad social y exclusividad que se convierten en moda. Resultando ciudades privadas[13] que se aíslan de la ciudad para crear un ambiente “agradable, tranquilo y seguro” para aquellos grupos minoritarios de la sociedad capaces de pagar por este beneficio. Así, la calle y los parques de calidad se vuelven accesibles solo para unos cuantos. Las barreras, las murallas y los grandes portones en donde la gente accede en automóvil se han vuelto parte del paisaje urbano en la mayoría de nuestras ciudades. Propuestas que, desde el propio término, son incongruentes, puesto que una ciudad nunca puede ser privada; una ciudad es, entre otras cosas, un lugar donde habita gente distinta, con espacios públicos, con espacios de libertad y con movimientos sin control. En las propuestas de exclusión no es precisamente donde podremos encontrar un germen de ciudad.[14] Aunado a las formas residenciales, el espacio público de convivencia, intercambio y manifestación política, social y cultural se sustituye paulatinamente por los espacios del consumo, los mega-centros comerciales son ahora el centro de recreo para muchos. En los alrededores de los barrios cerrados aparecen centros comerciales, hipermecados, complejos deportivos, centros de convenciones, hoteles, agencias de automóviles, colegios y universidades privadas[15].Como un digno representante de estos nuevos valores de producción urbana en México, podríamos mencionar el complejo urbano “Santa Fe”, localizado al sur de la capital mexicana. En Santa Fe emerge “la existencia de un urbanismo, público y privado, que parece empeñado en romper la ciudad en fragmentos, en aislar a las personas, segregar los grupos sociales, encerrarlos a cada uno en sus guetos (…)sin espacios públicos, enfrentado a su entorno, que aparece como una ciudad amurallada para uso exclusivo de sus residentes acomodados y acobardados”.[16]En la ciudad de Xalapa, Veracruz, a una menor escala tenemos ejemplos, pues existen ya fraccionamientos cerrados con lagos y jardines, centro deportivo, totalmente amurallado, con imponentes entradas y sistemas de seguridad, flanqueados del gran centro comercial de marca, agencias de automóviles, hoteles de cadena, y corporativos comerciales transnacionales, todo esto se vuelve la nueva oferta de ciudad, por supuesto para la gente pudiente. De esta manera, la ciudad de la globalización y el consumo que se accede en coche y con membresía, es la nueva forma de urbanización.

En contraste, a lo que sucede en la urbanización dirigida a los sectores de mayores ingresos, el desequilibrio público-privado también es evidente en la ciudad de los sectores de menos recursos. El crecimiento desmedido de la población y los movimientos migratorios del campo a la ciudad de las últimas décadas, han dado como resultado el crecimiento de las ciudades a través de asentamientos populares con equipamientos y servicios insuficientes. Los barrios y colonias pobres de nuestras ciudades creadas durante la segunda mitad del siglo XX, surgen sin espacios públicos, y en el caso de su existencia, estos son de muy baja calidad y en general observamos la falta de un balance entre lo construido y lo no construido, lo público y lo privado, entre lo verde-natural y lo asfaltado.

Las ciudades mexicanas continúan expandiéndose de manera extensiva con una insuficiencia de parques, plazas, y áreas verdes que provean de equilibrio ambiental, social y por lo tanto de un equilibrio entre los diversos componentes del sistema urbano. Con frecuencia, observamos que los nuevos desarrollos habitacionales se diseñan con muy pocos espacios públicos para el recreo, la convivencia y el mejoramiento ambiental, y cuando estos son incluidos, son localizados en espacios residuales y aislados perdiendo su sentido y cualidades como verdaderamente espacios públicos. Así, el espacio público pierde su vocación de estructurador de la forma urbana, vinculador físico-social y de valor ambiental, siendo totalmente relegado a favor de una mayor ganancia económica generada por el predominio del espacio privado. Peor aún, en la mayoría de las colonias, fraccionamientos y barrios, el poco espacio público existente se encuentra generalmente en riesgo, debido a su abandono, falta de mantenimiento y una indiferencia generalizada por los bienes públicos por parte de las mayorías. Por otro lado, existen diversos agentes que fomentan su apropiación privada con la construcción de viviendas y otro tipo de edificios. Aquí, los ayuntamientos tienen la responsabilidad de controlar y gestionar los espacios para el beneficio colectivo, ya sean parques, plazas, jardines o áreas de juegos o centros comunitarios, sin embargo en muchos casos la municipalidad y los gobiernos en turno otorgan la propiedad a particulares para fines privados, negocios, viviendas, etc, realizando cambios de usos de suelo a favor de la propiedad privada, y de esta manera, se privatizan y pierden muchos espacios destinados para lo público. Negando a los habitantes de las ciudades a gozar de espacios de respiro, recreación, belleza y relación colectiva y finalmente en perjuicio de los valores colectivos, los cuales deben prevalecer en cualquier ciudad.

Reflexiones finales:
En las últimas décadas, en diversas ciudades del mundo, el espacio público ha cobrado gran relevancia y el dar prioridad a lo público frente a lo privado, ha sido una política urbana constante. La recuperación de espacios públicos para el peatón, el transporte colectivo, el turismo, y la mejora de las condiciones de habitabilidad en las periferias pobres han sido una estrategia común. Afortunadamente, se han reconocido los valores urbanísticos: sociales, ambientales, psicológicos y económicos de los espacios públicos, contribuyendo a un equilibrio entre lo público y lo privado. Sin embargo, no en todos los contextos se han adoptado estrategias hacia un equilibrio, ya que, en la mayoría de las ciudades mexicanas, el espacio público es un espacio marginal; los gestores urbanos no le han concedido, su valor como elemento fundamental para el desarrollo urbano sostenible. Las deficientes prácticas de planeamiento y el crecimiento desmesurado de los centros urbanos son evidentes, y una de las consecuencias más alarmantes es la falta de espacios públicos para el desarrollo, crecimiento humano, el bienestar ecológico, interacción social, y el aprendizaje colectivo. En la actualidad, el espacio privado es predominante, central, y estructurado, siempre a favor de una mayor ganancia económica; mientras que, los espacios públicos son, espacios marginados e ignorados tanto en su diseño, estética, gestión, cuidado y uso[17].

Es imprescindible creas políticas, normas y reglamentos, institucionalizando el derecho al espacio público en las agendas municipales. En diversas ciudades de Latinoamérica, existe ya un camino recorrido, el caso colombiano y específicamente el de Bogotá, es uno relevante; ya que en este contexto, desde hace décadas el tema del espacio público ha formado parte central en la gestión de la ciudad. Ejemplo de ello, fue la institucionalización del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DEP)[18] entidad responsable exclusivamente del espacio público en Bogota, encargada de configurar normas, códigos reglamentos, planes y proyectos urbanos específicos, enfocados a la defensa y valorización de lo público. En sí, la Defensoría aboga por la creación de una ciudad más pública, con un mayor equilibrio físico entre lo privado y público, y por la construcción de una ciudadanía totalmente consciente del valor de lo colectivo. En el contexto Bogotano, el espacio público es ahora considerado como un sistema general, parte integral de un proyecto de ciudad. [19]

Requerimos ciudades bien hechas, dignas, durables para sus ciudadanos. Es necesario adquirir la capacidad de gestionar, diseñar e implementar el espacio público y el espacio privado entendiendo sus lógicas, dinámicas y principalmente su contribución a un desarrollo urbano adecuado de cara a la creación de ciudades con una verdadera calidad de vida urbana. Para esto, es importante, la creación de un estado de derecho con normas, leyes, reglamentos adecuados, finalmente bien aplicados que equilibren la relación en discusión y no solo dejen en manos de lo privado el desarrollo de las ciudades. Ahora, el principal reto, es crear una sociedad que esté realmente comprometida con los valores urbanos colectivos, contando con ella, los beneficios se manifestaran espacialmente.

El reto central del urbanismo es encontrar un balance entre el ámbito público y privado de las ciudades. Los diseñadores urbanos debemos promover este balance reflexionando sobre la planeación y diseño de ambos ámbitos, su interrelación e intercomunicación. Espacios públicos, parques urbanos, plazas, calles y avenidas deben conformar un sistema integral de espacio abierto público, a través de una red que estructure y sustente el espacio privado. Repensando al espacio público como nodo fundamental de integración física y social, planteando límites bien definidos y permeables que promuevan una correcta apropiación y equilibrio entre lo público y privado, contribuiremos a la creación de ciudades más civilizadas, mejor planeadas y finalmente más sustentables.

Bibliografía

Borja, J. y Muxi, Z. (2003) El Espacio Público: Ciudad y Ciudadanía. Electa. Barcelona. P. 354

Hernández Bonilla, M. (2005) Espacio público y ambiente urbano-popular. Ciudades 67. Red Nacional de Investigación Urbana. Puebla, Mex.

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Muxí, Z. (2004) La Arquitectura de la Ciudad Global. Gustavo Gili, Barcelona.

Salazar Ferro, J. (2003) Que hemos aprendido del espacio público. En Bogota y lo público. Colección construcción de lo público 01. Universidad de los Andes. Departamento de Arquitectura. Bogotá. p. 75

Sennett, R. (1994) Flesh and Stone. The body and the City in Western Civilization. Norton. New York.
[1]Madanipour, A. (2003). Public and Private Spaces of the City. Routledge. London City p. 230
[2]Definición del Diccionario de la Lengua Española
[3] ibídem, p. 112
[4] Loukaitou-Sideris, A. (1988) Private Production of Public Open Space: The Downtown Los Angeles Experience. PhD Thesis, Faculty of the Graduate School. Los Angeles, California, University Southern California. p. 6.
[5]Morris, A.E.J. (1984, edición 2004) Historia de la forma urbana. Gustavo Gili. Barcelona.

[6] Wycherley 1962 en Morris, A.E.J. (1984). Historia de la forma urbana. Gustavo Gili. Barcelona
[7] Madanipour, A. (2003). Public and Private Spaces of the City. Routledge. London. P. 203
[8] Ibidem p. 202
[9] íbidem
[10] Sennett, R. (1994). Flesh and Stone. The body and the City in Western Civilization. New York, Norton.
[11] Echeverria, J, (2000). en La Arquitectura de la Ciudad Global, Zaida Muxí. Gustavo Gili, Barcelona. 2004
[12] Veer a Loukaitou-Sideris, A. (1988). Private Production of Public Open Space: The Downtown Los Angeles Experience. PhD Thesis, Faculty of the Graduate School. Los Angeles, California, University Southern California.
[13] Muxí, Zaida (2004), La Arquitectura de la Ciudad Global, Gustavo Gili, Barcelona. p. 73
[14] idem
[15] idem
[16] Borja, J. y Muxi, Z. (2003). El Espacio Público: Ciudad y Ciudadanía. Barcelona, Electa. P. 354
[17]Hernández Bonilla, M. (2005). Espacio público y ambiente urbano-popular. Ciudades 67. Red Nacional de Investigación Urbana. Puebla, Mex. P.29
[18]Salazar Ferro, J. (2003) . Que hemos aprendido del espacio público. En Bogota y lo público. Colección construcción de lo público 01. Universidad de los Andes. Departamento de Arquitectura. Bogotá. p. 75
[19] ídem.

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